Una obra para hoy
A medida que el tiempo transcurre se hace cada vez más evidente
que los juicios de Dios están en el mundo. Por medio de incendios,
inundaciones y terremotos, Dios anuncia la proximidad de su venida
a los habitantes de la tierra. Se acerca la gran crisis de la historia
de este mundo, cuando cada movimiento en el gobierno de Dios
será seguido con intenso interés y una aprensión indecible. Los
juicios se presentarán en rápida sucesión: incendios, inundaciones y
terremotos, con guerra y derramamiento de sangre.
¡Oh, si tan sólo el mundo pudiera conocer el tiempo de su visita-
ción! Numerosos son todavía los que no han oído la verdad que debe
probarlos en este tiempo. El Espíritu de Dios contiende todavía con
muchos. El tiempo de los juicios destructores divinos es tiempo de
gracia para quienes no han tenido oportunidad de conocer la verdad.
El Señor los mirará con amor. Su corazón compasivo se conmueve;
su brazo está todavía extendido para salvar, mientras que la puerta
ya se cierra sobre aquellos que rehusaron entrar.
La misericordia de Dios se manifiesta en su paciente clemencia.
Está reteniendo sus juicios para que el mensaje de amonestación
llegue a todos. Si nuestro pueblo sintiera debidamente su respon-
sabilidad con respecto a la proclamación del último mensaje, ¡qué
obra maravillosa veríamos cumplirse!
¡Mirad las ciudades, y cuánto necesitan del Evangelio! Durante
más de veinte años, se me ha recordado la necesidad de obreros
diligentes que trabajen entre las multitudes que pueblan las grandes
ciudades. ¿Quién se preocupa por ellas? Algunos, pero poca es la
atención que se ha dedicado a esta obra si se piensa en las inmensas
necesidades y en las innúmeras oportunidades.
En las ciudades del este
Se me ha indicado que el mensaje debiera ser predicado con
nuevo poder en las ciudades del este [de los Estados Unidos]. En
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