Página 43 - El Camino a Cristo (1993)

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Maravillas obradas por la fe
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y de la más tierna compasión. El dice: “¡Deje el malo su camino, y el
hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá
compasión de él, y a nuestro Dios, porque es grande en perdonar!”
“He borrado, como nublado, tus transgresiones, y como una nube,
tus pecados.
“No me complazco en la muerte del que muere, dice Jehová el
Señor: ¡volveos pues, y vivid!
Satanás está pronto para quitarnos
la bendita seguridad que Dios nos da. Desea privar al alma de toda
vislumbre de esperanza y de todo rayo de luz; pero no debemos
permitírselo. No prestemos oído al tentador, antes digámosle: “Jesús
murió para que yo viva. Me ama y no quiere que perezca. Tengo un
Padre celestial muy compasivo; y aunque he abusado de su amor,
aunque he disipado las bendiciones que me había dado, me levantaré,
iré a mi Padre y le diré: ¡Padre, he pecado contra el cielo y delante
de ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo: haz que yo sea
como uno de tus jornaleros!” En la parábola vemos cómo será
recibido el extraviado: “
Y estando todavía lejos,
le vió su padre;
y conmoviéronsele las entrañas; y corrió, y le echó los brazos al
cuello, y le besó.
Mas ni aun esta parábola tan conmovedora alcanza a expresar
la compasión de nuestro Padre celestial. El Señor declara por su
profeta: “Con amor eterno te he amado,
por tanto te he extendido
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mi misericordia
.
Mientras el pecador está todavía lejos de la casa
de su Padre desperdiciando su hacienda en un país extranjero, el
corazón del Padre se compadece de él; y todo anhelo de volver a
Dios que se despierte en su alma no es sino una tierna súplica del
Espíritu, que insta, ruega y atrae al extraviado al seno amorosísimo
de su Padre.
Teniendo tan preciosas promesas bíblicas delante de vosotros,
¿podéis dar lugar a la duda? ¿Podéis creer que cuando el pobre
pecador desea volver y abandonar sus pecados, el Señor le impide
con severidad que venga arrepentido a sus pies? ¡Desechad tales
pensamientos! Nada puede perjudicar más a vuestra propia alma
que tener tal concepto de vuestro Padre celestial. El aborrece el
pecado, pero ama al pecador, pues se dió en la persona de Cristo
para que todos los que quieran puedan ser salvos y gozar de eterna
bienaventuranza en el reino de gloria. ¿Qué lenguaje más tierno o
más poderoso podría haberse empleado para expresar su amor hacia