Capítulo 7—Cómo lograr una magnifica renovación
            
            
              “Si alguno está en Cristo, es una nueva criatura; las cosas viejas
            
            
              pasaron ya, he aquí que todo se ha hecho nuevo.
            
            
            
            
              Es posible que una persona no sepa indicar el momento y lugar
            
            
              exactos de su conversión, o que no pueda tal vez señalar el enca-
            
            
              denamiento de circunstancias que la llevaron a ese momento; pero
            
            
              esto no prueba que no se haya convertido. Cristo dijo a Nicodemo:
            
            
              “El viento de donde quiere sopla; y oyes su sonido, mas no sabes
            
            
              de donde viene, ni a donde va: así es todo aquel que es nacido del
            
            
              Espíritu.
            
            
            
            
              Como el viento es invisible y, sin embargo, se ven y se
            
            
              sienten claramente sus efectos, así también obra el Espíritu de Dios
            
            
              en el corazón humano. El poder regenerador, que ningún ojo humano
            
            
              puede ver, engendra una vida nueva en el alma; crea un nuevo ser
            
            
              conforme a la imagen de Dios.
            
            
              Aunque la obra del Espíritu es silenciosa e imperceptible, sus
            
            
              efectos son manifiestos. Cuando el corazón ha sido renovado por el
            
            
              Espíritu de Dios, el hecho se revela en la vida. Si bien no podemos
            
            
              hacer cosa alguna para cambiar nuestro corazón, ni para ponernos en
            
            
              armonía con Dios; si bien no debemos confiar para nada en nosotros
            
            
              mismos ni en nuestras buenas obras, nuestra vida demostrará si la
            
            
              gracia de Dios mora en nosotros. Se notará un cambio en el carácter,
            
            
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              en las costumbres y ocupaciones. El contraste entre lo que eran
            
            
              antes y lo que son ahora será muy claro e inequívoco. El carácter
            
            
              se da a conocer, no por las obras buenas o malas que de vez en
            
            
              cuando se ejecuten, sino por la tendencia de las palabras y de los
            
            
              actos habituales en la vida diaria.
            
            
              Es cierto que puede haber una conducta externa correcta sin el
            
            
              poder renovador de Cristo. El amor a la influencia y el deseo de ser
            
            
              estimado por los demás pueden producir una vida bien ordenada. El
            
            
              respeto propio puede impulsarnos a evitar las apariencias de mal. Un
            
            
              corazón egoísta puede realizar actos de generosidad. ¿De qué medio
            
            
              nos valdremos, entonces, para saber de parte de quién estamos?
            
            
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