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              El Camino a Cristo
            
            
              En vez de depender de las palabras de otro, tenemos que probar
            
            
              por nosotros mismos. Dice: “Pedid, y recibiréis.
            
            
            
            
              Sus promesas
            
            
              se cumplirán. Nunca han faltado; nunca pueden faltar. Y cuando
            
            
              nos acerquemos al Señor Jesús y nos regocijemos en la plenitud de
            
            
              su amor, nuestras dudas y tinieblas desaparecerán ante la luz de su
            
            
              presencia.
            
            
              El apóstol Pablo dice que Dios “nos ha libertado de la potestad
            
            
              de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor.
            
            
            
            
              Y
            
            
              todo aquel que ha pasado de muerte a vida “ha puesto su sello a esto,
            
            
              que Dios es veraz.
            
            
            
            
              Puede testificar: “Necesitaba auxilio y lo he
            
            
              encontrado en el Señor Jesús. Fueron suplidas todas mis necesidades;
            
            
              fué satisfecha el hambre de mi alma; y ahora la Escritura es para mí la
            
            
              revelación de Jesucristo. ¿Me preguntáis por qué creo en El? Porque
            
            
              es para mí un Salvador divino. ¿Por qué creo en la Biblia? Porque he
            
            
              comprobado que es la voz de Dios para mi alma.” Podemos tener en
            
            
              nosotros mismos el testimonio de que la Escritura es verdadera y de
            
            
              que Cristo es el Hijo de Dios. Sabemos que no estamos “siguiendo
            
            
              fábulas por arte compuestas.
            
            
            
            
              El apóstol Pedro exhorta a los hermanos a crecer “en la gracia, y
            
            
              en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
            
            
            
            
              Cuan-
            
            
              do los hijos de Dios crezcan en la gracia obtendrán constantemente
            
            
              [113]
            
            
              un conocimiento más claro de su Palabra. Discernirán nueva luz y
            
            
              belleza en sus sagradas verdades. Esto es lo que ha sucedido en la
            
            
              historia de la iglesia en todas las edades, y continuará sucediendo
            
            
              hasta el fin. “La senda de los justos es como la luz de la aurora, que
            
            
              se va aumentando en resplandor hasta que el día es perfecto.
            
            
            
            
              Por la fe podemos mirar la vida futura y confiar en las promesas
            
            
              de Dios respecto al desarrollo de la inteligencia, a la unión de las
            
            
              facultades humanas con las divinas y a la relación directa de todas
            
            
              las potencias del alma con la Fuente de luz. Podemos regocijarnos
            
            
              de que todas las cosas que nos confundieron en las providencias
            
            
              de Dios serán entonces aclaradas; las cosas difíciles de entender
            
            
              recibirán entonces explicación; y donde nuestro entendimiento finito
            
            
              sólo descubría confusión y designios quebrantados, veremos la más
            
            
              perfecta y hermosa armonía. “Ahora vemos obscuramente, como
            
            
              por medio de un espejo, mas entonces, cara a cara; ahora conozco
            
            
              en parte, pero entonces conoceré así como también soy conocido.
            
            
            
            
              [114]
            
            
              [115]