Página 84 - El Camino a Cristo (1993)

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El Camino a Cristo
En vez de depender de las palabras de otro, tenemos que probar
por nosotros mismos. Dice: “Pedid, y recibiréis.
Sus promesas
se cumplirán. Nunca han faltado; nunca pueden faltar. Y cuando
nos acerquemos al Señor Jesús y nos regocijemos en la plenitud de
su amor, nuestras dudas y tinieblas desaparecerán ante la luz de su
presencia.
El apóstol Pablo dice que Dios “nos ha libertado de la potestad
de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor.
Y
todo aquel que ha pasado de muerte a vida “ha puesto su sello a esto,
que Dios es veraz.
Puede testificar: “Necesitaba auxilio y lo he
encontrado en el Señor Jesús. Fueron suplidas todas mis necesidades;
fué satisfecha el hambre de mi alma; y ahora la Escritura es para mí la
revelación de Jesucristo. ¿Me preguntáis por qué creo en El? Porque
es para mí un Salvador divino. ¿Por qué creo en la Biblia? Porque he
comprobado que es la voz de Dios para mi alma.” Podemos tener en
nosotros mismos el testimonio de que la Escritura es verdadera y de
que Cristo es el Hijo de Dios. Sabemos que no estamos “siguiendo
fábulas por arte compuestas.
El apóstol Pedro exhorta a los hermanos a crecer “en la gracia, y
en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Cuan-
do los hijos de Dios crezcan en la gracia obtendrán constantemente
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un conocimiento más claro de su Palabra. Discernirán nueva luz y
belleza en sus sagradas verdades. Esto es lo que ha sucedido en la
historia de la iglesia en todas las edades, y continuará sucediendo
hasta el fin. “La senda de los justos es como la luz de la aurora, que
se va aumentando en resplandor hasta que el día es perfecto.
Por la fe podemos mirar la vida futura y confiar en las promesas
de Dios respecto al desarrollo de la inteligencia, a la unión de las
facultades humanas con las divinas y a la relación directa de todas
las potencias del alma con la Fuente de luz. Podemos regocijarnos
de que todas las cosas que nos confundieron en las providencias
de Dios serán entonces aclaradas; las cosas difíciles de entender
recibirán entonces explicación; y donde nuestro entendimiento finito
sólo descubría confusión y designios quebrantados, veremos la más
perfecta y hermosa armonía. “Ahora vemos obscuramente, como
por medio de un espejo, mas entonces, cara a cara; ahora conozco
en parte, pero entonces conoceré así como también soy conocido.
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