Página 93 - El Camino a Cristo (1993)

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La fuente de regocijo y felicidad
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Jesús, puede darnos una experiencia más profunda de su amor y
aproximarnos tanto más al bendito hogar de paz. No perdáis pues
vuestra confianza, pero tened una seguridad más firme que nunca
antes. “¡Hasta aquí nos ha ayudado Jehová!
y nos ayudará hasta
el fin. Miremos los monumentos conmemorativos de lo que Dios
ha hecho para confortarnos y salvarnos de la mano del destructor.
Tengamos siempre presentes todas las tiernas misericordias que Dios
nos ha mostrado: las lágrimas que ha enjugado, las penas que ha
quitado, las ansiedades que ha alejado, los temores que ha disipado,
las necesidades que ha suplido, las bendiciones que ha derramado, y
fortalezcámonos para todo lo que nos aguarda en el resto de nuestra
peregrinación.
No podemos sino prever nuevas perplejidades en el conflicto
venidero, pero podemos mirar hacia lo pasado tanto como hacia lo
futuro, y decir: “¡Hasta aquí nos ha ayudado Jehová!” “Según tus
días, serán tus fuerzas.
La prueba no excederá a la fuerza que se
nos dé para soportarla. Sigamos, por lo tanto, con nuestro trabajo
dondequiera que lo hallemos, sabiendo que para cualquier cosa que
venga, El nos dará fuerza proporcional a la prueba.
Y antes de mucho las puertas del cielo se abrirán para recibir a los
hijos de Dios, y de los labios del Rey de gloria resonará en sus oídos,
como la música más dulce, la invitación: “¡Venid, benditos de mi
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Padre, poseed el reino destinado para vosotros desde la fundación del
mundo!
Entonces los redimidos recibirán con gozo la bienvenida
al hogar que el Señor Jesús les está preparando. Allí su compañía
no será la de los viles de la tierra, ni la de los mentirosos, idólatras,
impuros e incrédulos, sino la de los que hayan vencido a Satanás
y por la gracia divina hayan adquirido un carácter perfecto. Toda
tendencia pecaminosa, toda imperfección que los aflige aquí, habrá
sido quitada por la sangre de Cristo, y se les comunicará la excelencia
y brillantez de su gloria, que excede con mucho a la del sol. Y la
belleza moral, la perfección del carácter de Cristo, que ellos reflejan,
superará aun este esplendor exterior. Estarán sin mancha delante
del trono de Dios y compartirán la dignidad y los privilegios de los
ángeles.
En vista de la herencia gloriosa que puede ser suya, “¿qué rescate
dará el hombre por su alma?
Puede ser pobre y, sin embargo,
posee en sí mismo una riqueza y dignidad que el mundo jamás