La fuente de regocijo y felicidad
            
            
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              Jesús, puede darnos una experiencia más profunda de su amor y
            
            
              aproximarnos tanto más al bendito hogar de paz. No perdáis pues
            
            
              vuestra confianza, pero tened una seguridad más firme que nunca
            
            
              antes. “¡Hasta aquí nos ha ayudado Jehová!
            
            
            
            
              y nos ayudará hasta
            
            
              el fin. Miremos los monumentos conmemorativos de lo que Dios
            
            
              ha hecho para confortarnos y salvarnos de la mano del destructor.
            
            
              Tengamos siempre presentes todas las tiernas misericordias que Dios
            
            
              nos ha mostrado: las lágrimas que ha enjugado, las penas que ha
            
            
              quitado, las ansiedades que ha alejado, los temores que ha disipado,
            
            
              las necesidades que ha suplido, las bendiciones que ha derramado, y
            
            
              fortalezcámonos para todo lo que nos aguarda en el resto de nuestra
            
            
              peregrinación.
            
            
              No podemos sino prever nuevas perplejidades en el conflicto
            
            
              venidero, pero podemos mirar hacia lo pasado tanto como hacia lo
            
            
              futuro, y decir: “¡Hasta aquí nos ha ayudado Jehová!” “Según tus
            
            
              días, serán tus fuerzas.
            
            
            
            
              La prueba no excederá a la fuerza que se
            
            
              nos dé para soportarla. Sigamos, por lo tanto, con nuestro trabajo
            
            
              dondequiera que lo hallemos, sabiendo que para cualquier cosa que
            
            
              venga, El nos dará fuerza proporcional a la prueba.
            
            
              Y antes de mucho las puertas del cielo se abrirán para recibir a los
            
            
              hijos de Dios, y de los labios del Rey de gloria resonará en sus oídos,
            
            
              como la música más dulce, la invitación: “¡Venid, benditos de mi
            
            
              [126]
            
            
              Padre, poseed el reino destinado para vosotros desde la fundación del
            
            
              mundo!
            
            
            
            
              Entonces los redimidos recibirán con gozo la bienvenida
            
            
              al hogar que el Señor Jesús les está preparando. Allí su compañía
            
            
              no será la de los viles de la tierra, ni la de los mentirosos, idólatras,
            
            
              impuros e incrédulos, sino la de los que hayan vencido a Satanás
            
            
              y por la gracia divina hayan adquirido un carácter perfecto. Toda
            
            
              tendencia pecaminosa, toda imperfección que los aflige aquí, habrá
            
            
              sido quitada por la sangre de Cristo, y se les comunicará la excelencia
            
            
              y brillantez de su gloria, que excede con mucho a la del sol. Y la
            
            
              belleza moral, la perfección del carácter de Cristo, que ellos reflejan,
            
            
              superará aun este esplendor exterior. Estarán sin mancha delante
            
            
              del trono de Dios y compartirán la dignidad y los privilegios de los
            
            
              ángeles.
            
            
              En vista de la herencia gloriosa que puede ser suya, “¿qué rescate
            
            
              dará el hombre por su alma?
            
            
            
            
              Puede ser pobre y, sin embargo,
            
            
              posee en sí mismo una riqueza y dignidad que el mundo jamás