Página 92 - El Camino a Cristo (1993)

Basic HTML Version

88
El Camino a Cristo
juntar el grano que El ha derramado para ellas. Deben preparar el
material para sus nidos. Deben alimentar a sus polluelos. Ellas se
dirigen cantando hacia su labor, porque “vuestro Padre celestial las
alimenta.” Y “¿no valéis vosotros mucho más que ellas?” ¿No sois
vosotros, como adoradores inteligentes y espirituales, de más valor
que las aves del cielo? El Autor de nuestro ser, el Conservador de
nuestra existencia, el que nos formó a su propia imagen divina, ¿no
[124]
suplirá nuestras necesidades si tan sólo confiamos en El?
Cristo presentaba a sus discípulos las flores del campo, que
crecen en rica profusión y lucen la sencilla hermosura que el Padre
celestial les dió, como una expresión de su amor hacia el hombre. El
decía: “Considerad los lirios del campo, cómo crecen.
La belleza
y la sencillez de estas flores naturales sobrepujan en excelencia a
la gloria de Salomón. El atavío más esplendoroso producido por
la habilidad artesana no puede compararse con la gracia natural y
la belleza radiante de las flores creadas por Dios. El Señor Jesús
preguntó: “Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy es, y
mañana es echada en el horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de
poca fe?
Si Dios, el Artista sublime, da a las flores, que perecen en
un día, sus delicados y variados colores, ¿cuánto mayor cuidado no
tendrá por aquellos a quienes creó a su propia imagen? Esta lección
de Cristo es un reproche contra la ansiedad, las perplejidades y dudas
del corazón sin fe.
El Señor quiere que todos sus hijos e hijas sean felices, llenos
de paz y obedientes. El Señor dijo: “Mi paz os doy; no según da el
mundo, yo os la doy: no se turbe vuestro corazón, ni se acobarde.
“Estas cosas os he dicho, para que quede mi gozo en vosotros, y
vuestro gozo sea completo.
La felicidad que se procura por motivos egoístas, fuera de la
senda del deber, es desequilibrada, caprichosa y transitoria; pasa, y
deja el alma llena de soledad y tristeza; pero en el servicio de Dios
hay gozo y satisfacción; Dios no abandona al cristiano en caminos
inciertos; no le deja librado a pesares vanos y contratiempos. Aunque
[125]
no tengamos los placeres de esta vida, podemos gozarnos a la espera
de la vida venidera.
Pero aun aquí los cristianos pueden tener el gozo de la comunión
con Cristo; pueden tener la luz de su amor, el perpetuo consuelo de
su presencia. Cada paso de la vida puede acercarnos más al Señor