Página 110 - El Conflicto Inminente (1969)

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El Conflicto Inminente
ven que su exclusión del cielo es justa. Por sus vidas, declararon:
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“No queremos que este Jesús reine sobre nosotros.”
Como fuera de sí, los impíos han contemplado la coronación del
Hijo de Dios. Ven en las manos de él las tablas de la ley divina, los
estatutos que ellos despreciaron y transgredieron. Son testigos de la
explosión de admiración, arrobamiento y adoración de los redimidos;
y cuando las ondas de melodía inundan a las multitudes fuera de
la ciudad, todos exclaman a una voz: “¡Grandes y maravillosas son
tus obras, oh Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus
caminos, oh Rey de los siglos!”
Apocalipsis 15:3 (VM)
. Y cayendo
prosternados, adoran al Príncipe de la vida.
Satanás parece paralizado al contemplar la gloria y majestad de
Cristo. El que en otro tiempo fuera uno de los querubines cubridores
recuerda de dónde cayó. El, que fuera serafín resplandeciente, “hijo
de la aurora,” ¡cuán cambiado se ve, y cuán degradado! Está excluído
para siempre del consejo en que antes se le honraba. Ve ahora a otro
que, junto al Padre, vela su gloria. Ha visto la corona colocada sobre
la cabeza de Cristo por un ángel de elevada estatura y majestuoso
continente, y sabe que la posición exaltada que ocupa este ángel
habría podido ser la suya.
Recuerda la mansión de su inocencia y pureza, la paz y el con-
tentamiento de que gozaba hasta que se entregó a murmurar contra
Dios y a envidiar a Cristo. Sus acusaciones, su rebelión, sus engaños
para captarse la simpatía y la ayuda de los ángeles, su porfía en
no hacer esfuerzo alguno para reponerse cuando Dios le hubiera
perdonado—todo eso se le presenta a lo vivo. Echa una mirada
retrospectiva sobre la obra que realizó entre los hombres y sobre
sus resultados: la enemistad del hombre para con sus semejantes,
la terrible destrucción de vidas, el ascenso y la caída de los reinos,
el derrocamiento de tronos, la larga serie de tumultos, conflictos y
revoluciones. Recuerda los esfuerzos constantes que hizo para opo-
nerse a la obra de Cristo y para hundir a los hombres en degradación
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siempre mayor. Ve que sus conspiraciones infernales no pudieron
acabar con los que pusieron su confianza en Jesús. Al considerar
Satanás su reino y los frutos de sus esfuerzos, sólo ve fracaso y ruina.
Ha inducido a las multitudes a creer que la ciudad de Dios sería fácil
presa; pero ahora ve que eso es falso. Una y otra vez, en el curso