Página 83 - El Conflicto Inminente (1969)

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¿Se acerca la crisis final?
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al que se opusieran obstinadamente, acabó por apartarse de ellos.
Desamparados ya de la gracia divina, están a merced de Satanás,
el cual sumirá entonces a los habitantes de la tierra en una gran
tribulación final. Como los ángeles de Dios dejen ya de contener
los vientos violentos de las pasiones humanas, todos los elementos
de contención se desencadenarán. El mundo entero será envuelto
en una ruina más espantosa que la que cayó antiguamente sobre
Jerusalén.
Un solo ángel dió muerte a todos los primogénitos de los egipcios
y llenó al país de duelo. Cuando David ofendió a Dios al tomar
censo del pueblo, un ángel causó la terrible mortandad con la cual
fué castigado su pecado. El mismo poder destructor ejercido por
santos ángeles cuando Dios se lo ordena, lo ejercerán los ángeles
malvados cuando él lo permita. Hay fuerzas actualmente listas que
no esperan más que el permiso divino para sembrar la desolación
por todas partes.
Los que honran la ley de Dios han sido acusados de atraer los
castigos de Dios sobre la tierra, y se los mirará como si fueran
causa de las terribles convulsiones de la naturaleza y de las luchas
sangrientas entre los hombres, que llenarán la tierra de aflicción.
El poder que acompañe la última amonestación enfurecerá a los
malvados; su ira se ensañará contra todos los que hayan recibido el
mensaje, y Satanás despertará el espíritu de odio y persecución en
un grado de intensidad aún mayor.
Cuando la presencia de Dios se retiró de la nación judía, tanto
los sacerdotes como el pueblo lo ignoraron. Aunque bajo el dominio
de Satanás y arrastrados por las pasiones más horribles y malig-
nas, creían ser todavía el pueblo escogido de Dios. Los servicios
del templo seguían su curso; se ofrecían sacrificios en los altares
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profanados, y cada día se invocaba la bendición divina sobre un
pueblo culpable de la sangre del Hijo amado de Dios y que trataba
de matar a sus ministros y apóstoles. Así también, cuando la deci-
sión irrevocable del santuario haya sido pronunciada y el destino
del mundo haya sido determinado para siempre, los habitantes de la
tierra no lo sabrán. Las formas de la religión seguirán en vigor entre
las muchedumbres de en medio de las cuales el Espíritu de Dios se
habrá retirado finalmente; y el celo satánico con el cual el príncipe