80
El Conflicto Inminente
del mal ha de inspirarlas para que cumplan sus crueles designios, se
asemejará al celo por Dios.
Una vez que el sábado llegue a ser el punto especial de contro-
versia en toda la cristiandad y las autoridades religiosas y civiles
se unan para imponer la observancia del domingo, la negativa per-
sistente, por parte de una pequeña minoría, de ceder a la exigencia
popular, la convertirá en objeto de execración universal. Se deman-
dará con insistencia que no se tolere a los pocos que se oponen a
una institución de la iglesia y a una ley del estado; pues vale más
que esos pocos sufran y no que naciones enteras sean precipitadas
a la confusión y anarquía. Este mismo argumento fué presentado
contra Cristo hace mil ochocientos años por los “príncipes del pue-
blo.” “Nos conviene—dijo el astuto Caifás—que un hombre muera
por el pueblo, y no que toda la nación se pierda.”
Juan 11:50
. Este
argumento parecerá concluyente y finalmente se expedirá contra
todos los que santifiquen el sábado un decreto que los declare me-
recedores de las penas más severas y autorice al pueblo para que,
pasado cierto tiempo, los mate. El romanismo en el Viejo Mundo y
el protestantismo apóstata en la América del Norte actuarán de la
misma manera contra los que honren todos los preceptos divinos.
El pueblo de Dios se verá entonces sumido en las escenas de
aflicción y angustia descritas por el profeta y llamadas el tiempo
de la apretura de Jacob: “Porque así ha dicho Jehová: Hemos oído
voz de temblor: espanto, y no paz. ... Hanse tornado pálidos todos
[89]
los rostros. ¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro
semejante a él: tiempo de angustia para Jacob; mas de ella será
librado.”
Jeremías 30:5-7
.
El apóstol San Juan, estando en visión, oyó una gran voz que
exclamaba en el cielo: “¡Ay de los moradores de la tierra y del
mar! porque el diablo ha descendido a vosotros, teniendo grande ira,
sabiendo que tiene poco tiempo.”
Apocalipsis 12:12
. Espantosas son
las escenas que provocaron esta exclamación de la voz celestial. La
ira de Satanás crece a medida que se va acercando el fin, y su obra
de engaño y destrucción culminará durante el tiempo de angustia.
Pronto aparecerán en el cielo signos pavorosos de carácter so-
brenatural, en prueba del poder milagroso de los demonios. Los
espíritus de los demonios irán en busca de los reyes de la tierra
y por todo el mundo para aprisionar a los hombres con engaños