Jugando con los corazones
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Janet trabajó por cierto tiempo en el hogar de Elena
G. de White, de manera que llegaron a familiarizarse la
una con la otra.
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Hastings, Nueva Zelanda
Septiembre 13, 1893
Querida Janet,
Hoy me desperté a las 3:00 de la madrugada. Durante la noche
mantuve una fervorosa conversación contigo en la que te decía:
“Janet, el Señor tiene una obra para ti”. Te presenté los peligros por
los que atravesaste en tu vida pasada
.
Siento una carga sobre mí, la de mantener vigilante cuidado
por tu alma Corres el peligro de cometer penosas equivocaciones
por seguir tus impulsos. Dios te ha salvado de entrar en relacio-
nes matrimoniales con personas que de ninguna manera podrían
haberte hecho feliz; que eran de moral corrupta, y que te hubieran
amarrado en la trampa de Satanás, en la que habrías sido miserable
en esta vida, y habría peligrado tu alma. ¿No son suficientes para
ti las lecciones del pasado? Eres demasiado liberal con tus afectos
y si se te permitiera seguir tu propio curso de acción cometerías
un error que tendrías que acarrear toda la vida. No te ofrezcas en
venta en un mercado barato
.
Debes aceptar la advertencia y no ser descuidada en la elección
de tus compañías. A fin de que puedas desempeñar tu parte en el
servicio de Dios, tanto como resulte posible, debes avanzar con
las ventajas de una educación intelectual. Necesitas del desarrollo
armonioso y simétrico de tus facultades mentales, y de un desarro-
llo cultural múltiple, cristiano y lleno de gracia, a fin de ser una
verdadera obrera de Dios
.
Debes considerar cada paso que des a la luz del hecho de que
no te perteneces, sino que has sido comprada por precio. Te escribo
acerca de esto ahora, y volveré a hacerlo pronto, porque me fue
presentado el error de tu vida pasada, y no me atrevo a retener el
ruego ferviente de que te mantengas estrictamente bajo disciplina
.
Estás viviendo ahora tu vida estudiantil. Que tu mente descanse
sobre temas espirituales. Aleja de tu vida todo sentimentalismo.
Estás en el período de formación del carácter; nada de lo que
tiene que ver contigo debe considerarse trivial o sin importancia;