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Cartas a Jóvenes Enamorados
me seréis hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso”.
2 Corintios
6:16-18
.
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El Señor ha prohibido expresamente a su pueblo unirse en ma-
trimonio con los incrédulos. Dios sabe lo que es mejor para los
intereses eternos y para el bien presente del alma. Te advierto que
te apartes de este terreno prohibido
.
Podría contarte acerca de diferentes casos que el Señor me mos-
tró en Europa, de personas que cometieron un error similar al que tú
estás cometiendo ahora; la miserable realidad que están experimen-
tando por haberse unido a compañeros incrédulos, obstaculizados
en todo lo que tiene que ver con el avance espiritual, a pesar de las
solemnes promesas que se les hicieron de que de ninguna manera se
les pondrían obstáculos en sus privilegios religiosos. ¿De qué valen
esas promesas? ¡Las promesas más solemnes quebrantadas! ¿Có-
mo podría ser de otra forma cuando los dos sirven bajo generales
distintos, cada uno de ellos en mortal oposición al otro? ¿Dónde,
entonces, está la dulce armonía?
Rosa, observa bien tus pasos; no escuches promesas, cree so-
lamente la Palabra de Dios que te hará sabia para la salvación.
No confíes en tu propio corazón porque el corazón es engañoso
por sobre todas las cosas y desesperadamente malo. Amo tu alma
porque eres la adquisición de la sangre de Jesucristo. El ha pagado
un gran precio por tu redención y no te perteneces para disponer de
ti misma como se te ocurra. Debes dar estrecha cuenta en el juicio
de cómo has utilizado las facultades que te dio Dios
.
Estas cosas requieren de ti seria reflexión y acción decidida en
armonía con las clarísimas direcciones establecidas en la Palabra
de Dios. Ahora estás siendo tentada. Es tu tiempo de prueba. ¿Re-
sistirás al enemigo? ¿O te colocarás en una posición tal que ejerza
su poder sobre ti?
Es cuestión de vida o muerte para ti El Señor te ayude a ver
cada trampa de Satanás a fin de evitarlas, y que te aferres de Jesús
con corazón, alma, mente y fuerza
.
Ellen G. White
Carta 1, 1887
.
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