La disciplina cristiana
219
El atender a formas y ceremonias no debe ocupar el tiempo
ni la fuerza que pertenecen legítimamente a cosas más esenciales.
En esta época de corrupción, todo se pervierte para la ostentación
y apariencia exterior; pero este espíritu no debe hallar cabida en
[257]
nuestras escuelas. Debemos enseñar modales bíblicos, pureza de
pensamiento e integridad estricta. Esta es instrucción valiosa. Si los
maestros tienen el sentir de Cristo, y son modelados por el Espíritu
Santo, serán bondadosos, atentos y verdaderamente corteses. Si
trabajan como a la vista del cielo, serán damas y caballeros cristianos.
Su conducta refinada será una lección objetiva constante para los
alumnos, quienes, aunque al principio sean algo incultos, se irán
amoldando día tras día bajo su influencia.
[258]
[259]