Página 40 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
gracia y en el conocimiento del Señor Jesucristo, comprenderá sus
propias imperfecciones, sentirá su verdadera ignorancia, y procurará
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constantemente conservar y emplear a fondo sus facultades mentales,
a fin de llegar a ser un cristiano inteligente. Los estudiantes que estén
imbuidos del Espíritu de Cristo, absorberán conocimiento con todas
sus facultades. Sin esta experiencia, la educación queda privada de
su verdadero lustre y gloria.
La entrada de la Palabra de Dios es la aplicación de la verdad
divina al corazón, la cual purifica y refina el alma mediante la in-
tervención del Espíritu Santo. Bajo la dirección del Espíritu divino,
las facultades, consagradas sin reserva a Dios, se desarrollan cons-
tante y armoniosamente. La devoción y la piedad establecen una
relación tan íntima entre Jesús y sus discípulos, que el cristiano
llega a ser como él. Por el poder de Dios, transforma su carácter
débil y vacilante en otro lleno de fuerza y firmeza. Llega a ser una
persona de sanos principios, clara percepción y juicio fidedigno y
bien equilibrado. Estando relacionada con Dios, fuente de luz y com-
prensión, sus opiniones, despojadas de prejuicios y preconceptos, se
vuelven más amplias, su discernimiento, más profundo y abarcante.
El conocimiento de Dios, la comprensión de su voluntad revelada
(hasta donde la mente humana puede aprehenderla), al recibirse en
el carácter, harán eficientes a los hombres.
El conocimiento es poder, pero es poder para bien, únicamente
cuando va unido con la verdadera piedad. Debe ser vivificado por
el Espíritu de Dios, a fin de servir para los más nobles propósitos.
Cuanto más íntima sea nuestra relación con Dios, tanto más plena-
mente podremos comprender el valor de la verdadera ciencia; porque
los atributos de Dios, según se ven en sus obras creadas, pueden ser
apreciados mejor por aquel que tiene un conocimiento del Creador
de todas las cosas, el Autor de toda verdad. Los tales pueden hacer
el más alto uso del conocimiento; porque cuando se hallan bajo el
dominio completo del Espíritu de Dios, sus talentos alcanzan su más
plena utilidad.
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