La educación prepara para servir
401
pensar que hay que trepar al más alto eslabón del conocimiento en
cada ciencia. El tiempo es corto y debemos trabajar fervorosamente
por las almas. Si los alumnos quieren estudiar la Palabra de Dios
con diligencia y oración, hallarán el conocimiento que necesitan.
No es necesario que todos conozcan varios idiomas; pero sí que
todos tengan experiencia en las cosas de Dios. No digo que no debe
haber quienes estudien idiomas. Deben estudiarse los idiomas. Antes
de mucho habrá necesidad positiva de que muchos abandonen sus
[483]
hogares y vayan a trabajar entre pueblos de otras lenguas; y los que
tienen ciertos conocimientos de estos idiomas podrán comunicarse
con quienes no conocen la verdad.
El carácter de los maestros
El bienestar, la felicidad, la vida religiosa de las familias con
las cuales están relacionados los jóvenes, la prosperidad y piedad
de la iglesia de la cual son miembros, dependen mayormente de la
educación religiosa que ellos reciban en nuestras escuelas. Debido a
que nuestras escuelas han sido establecidas con un propósito tan alto
y santo, los maestros deben ser hombres y mujeres cuya vida haya
sido purificada por la gracia de Cristo, que sean cultos y refinados en
sus modales. Y deben tener un sentido vívido de los peligros de este
tiempo y de la obra que es necesario hacer para preparar a un pueblo
que ha de permanecer en pie en el día de Dios. Deben siempre seguir
una conducta que merezca el respeto de sus alumnos. Los jóvenes
tienen derecho a esperar que un maestro cristiano alcance una norma
elevada, y pronunciarán un juicio severo sobre el que no la cumpla.
Los maestros de nuestras escuelas necesitan manifestar amor,
tolerancia, sabiduría, como los manifestó Cristo. Vendrán a las es-
cuelas estudiantes que no tienen un propósito definido, ni principios
fijos ni comprensión de lo que Dios requiere de ellos. Se los ha
de inducir a reconocer sus responsabilidades. Se les debe enseñar a
apreciar sus oportunidades, y llegarán a ser ejemplos de laboriosidad,
sobriedad y utilidad. Bajo la influencia de maestros sabios, se puede
inducir a los indolentes a despertarse y a los irreflexivos a volverse
serios. Por esfuerzo esmerado, los alumnos menos promisorios pue-
den ser preparados y disciplinados de tal manera que saldrán de la