Página 442 - Consejos para los Maestros (1971)

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Consejos para los Maestros
deben llevar cargas para Dios. Han de recibir una preparación cabal
bajo maestros experimentados. Necesitan hacer el mejor uso posible
de su tiempo en el estudio, y poner en práctica el conocimiento
adquirido. Se necesita estudio y trabajo arduo para tener éxito como
ministro o como obrero en cualquier ramo de la causa de Dios. Nada
que no sea un cultivo constante desarrollará el valor de los dones
que Dios ha concedido para que sean sabiamente aprovechados.
A menudo se ocasiona un gran perjuicio a nuestros jóvenes
permitiéndoles que comiencen a predicar cuando aún no tienen sufi-
ciente conocimiento de las Escrituras para presentar nuestra fe de
una manera inteligente. Algunos de los que entran en el campo son
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novicios en las Escrituras. En otras cosas son también incompetentes
y deficientes. No pueden leer las Escrituras sin vacilar, pronunciar
mal las palabras, y acumularlas de tal manera que maltratan la Pala-
bra de Dios. Los que no pueden leer correctamente deben aprender
a hacerlo, y necesitan hacerse aptos para enseñar antes de intentar
ponerse frente a un auditorio.
Los maestros de nuestras escuelas están obligados a aplicarse
debidamente al estudio, a fin de prepararse para instruir a otros.
Estos maestros no son aceptados hasta haber pasado un examen
crítico, y su capacidad para enseñar debe ser probada por jueces
competentes. No debiera ejercerse menos cautela en el examen de
los ministros; los que están por ingresar en la obra sagrada de enseñar
la verdad bíblica al mundo, deben ser examinados cuidadosamente
por hombres fieles y experimentados.
La enseñanza impartida en nuestras escuelas no ha de ser la
misma que se da en otros colegios y seminarios. No ha de ser de
un orden inferior; el conocimiento esencial destinado a preparar
a un pueblo que pueda subsistir en el gran día de Dios debe ser
considerado como el tema de suma importancia. Los estudiantes han
de ser aptos para servir a Dios, no solamente en esta vida, sino en la
futura. El Señor requiere que nuestras escuelas preparen alumnos
para el reino hacia el cual se dirigen. Así estarán preparados para
participar en la santa y feliz armonía de los redimidos.
Muchos maestros corren el peligro de mecanizar su enseñanza.
Hay peligro de que un servicio ceremonial reemplace la obra genuina
que debe hacerse en el corazón. En tal caso la religión llegará a ser
poco más que una forma. Los estudiantes de nuestras escuelas y