La edificación del carácter
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santuario en el desierto, se le recomendó: “Mira, haz todas las cosas
conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte”.
Hebreos
8:5
. En su ley, Dios nos ha dado el modelo. Nuestra edificación del
carácter debe hacerse de acuerdo con “el modelo que se te ha mos-
trado en el monte”. La ley es la gran norma de justicia. Representa el
carácter de Dios, y es la prueba de nuestra lealtad hacia su gobierno.
Y se nos la revela, en toda su belleza y excelencia, en la vida de
Cristo...
El esmero es necesario para tener éxito en la formación del
carácter. Debe haber un ferviente propósito para ejecutar el plan del
Artífice maestro. La armazón debe ser sólida. No puede aceptarse
trabajo descuidado, que no sea digno de confianza, porque arruinaría
el edificio. Las facultades de todo el ser deben dedicarse al trabajo.
Requiere la fuerza y la energía de la virilidad; no debe malgastarse
reserva alguna en asuntos sin importancia... Debe haber un esfuerzo
ferviente, cuidadoso y perseverante para apartarse de las costumbres,
máximas y compañías del mundo. La reflexión profunda, el ardiente
propósito, y la firme integridad, son esenciales.
No debe haber ociosidad. La vida es algo importante, un cometi-
do sagrado; y todo momento debe aprovecharse sabiamente, porque
sus resultados se verán en la eternidad. Dios requiere de cada uno
de nosotros que hagamos todo el bien posible. Los talentos que ha
confiado a nuestra custodia deben ser aprovechados hasta lo sumo.
Los ha puesto en nuestras manos a fin de que los usemos para honra
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y gloria de su nombre, y para el bien de nuestros semejantes... El
Señor tiene en esta vida preciosas promesas para los que guardan su
ley. Dice: “Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde
mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz
te aumentarán. Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad;
átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; y hallarás
gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres”.
Proverbios 3:1-4
.
Pero una recompensa mejor que la terrena aguarda a los que,
basando su obra en la roca sólida, edifican un carácter simétrico, de
acuerdo con la Palabra viva. Para ellos está preparada “la ciudad que
tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios”.
Hebreos
11:10
. Sus calles están pavimentadas de oro. En ella está el paraíso
de Dios, regado por el río de la vida, que procede del trono. En