Página 178 - Consejos sobre Mayordom

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Capítulo 36—Favores que deben recibirse e
impartirse
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Durante todo el tiempo que estemos en este mundo, y el Espíritu
de Dios esté luchando con el mundo, hemos de recibir e impartir
favores. Hemos de dar al mundo la luz de la verdad como se la
presenta en las Escrituras, y hemos de recibir del mundo lo que Dios
los induce a hacer en favor de la causa. El Señor todavía actúa en
corazones de reyes y gobernantes para que favorezcan a su pueblo,
y conviene que los que están tan profundamente interesados en el
asunto de la libertad religiosa no rechacen ningún favor, o dejen de
aceptar la ayuda que Dios ha inducido a los hombres a dar, para el
progreso de la causa.
Encontramos ejemplos en la Palabra de Dios concernientes a
este mismo asunto. Ciro, rey de Persia, hizo una proclamación por
todo su reino, y la puso por escrito, diciendo: “¡Así ha dicho Ciro
rey de Persia: Jehová Dios de los cielos me ha dado todos los reinos
de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que
está en Judá. ¿Quién hay entre vosotros de todo su pueblo? Sea Dios
con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa de
Jehová Dios de Israel”. Se promulgó un segundo mandato por parte
de Darío para la edificación de la casa del Señor, que está registrado
en el capítulo seis de Esdras.
El Señor Dios de Israel ha colocado sus bienes en manos de los
no creyentes, pero éstos han de ser usados para realizar las obras
que pueden hacerse por un mundo caído. Los agentes por cuyo
intermedio estos dones vienen a nosotros pueden abrir caminos por
los cuales enviar la verdad. Pueden no tener simpatía por la obra,
pueden no tener fe en Cristo, ni practicar sus palabras; pero sus
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dones no han de ser rechazados por esta causa...
Se me ha mostrado reiteradamente que podríamos recibir muchos
más favores de muchas maneras si nos aproximáramos a hombres
de sabiduría, los familiarizáramos con nuestra obra, y les diéramos
una oportunidad de realizar aquellas cosas que es nuestro privilegio
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