Página 243 - Consejos sobre Mayordom

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Exhortación a orar o a cambiar de trabajo
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manifestar favor en el caso de algunos que necesitan que se confíe
en ellos, debido a la mala conducta de ciertos colportores. Y con la
experiencia que han tenido, en la pérdida de la tesorería de cientos
de libras, ¿por qué no habrían de temer depositar su confianza en
hombres que se las arreglan para extraer de la tesorería, dejándolos
sin los recursos que tanto necesitan para sostener la obra de Dios
para este tiempo?—
Carta 36, 1897
.
Libertad mediante la abnegación
Decídase a no incurrir nunca más en otra deuda. Niéguese mil
cosas antes que endeudarse. Durante toda su vida Ud. se ha estado
metiendo en deudas. Evítelo como evitaría la viruela.
Haga un pacto solemne con Dios prometiendo que mediante su
bendición pagará sus deudas y luego a nadie deberá nada, aunque
viva solamente de gachas y pan. Resulta muy fácil al preparar la
mesa para la comida sacar de su cartera y gastar veinticinco centavos
en cosas extras. Cuide los centavos y los pesos se cuidarán solos.
Son los centavos aquí y los centavos allá gastados para esto, aquello,
y lo de más allá, que pronto suman pesos. Niéguese a complacer el
yo, por lo menos mientras está asediado por las deudas... No vacile,
no se desanime ni se vuelva atrás. Niéguese a complacer su gusto,
niéguese a satisfacer la complacencia del apetito, ahorre sus centavos
y pague sus deudas. Elimínelas tan pronto como sea posible. Cuando
nuevamente sea un hombre libre, no debiendo nada a nadie, habrá
alcanzado una gran victoria.—
Carta 4, 1877
.
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Las deudas personales no deben estorbar la liberalidad
Algunos no se han adelantado para unirse en el plan de la libe-
ralidad sistemática, y en cambio se han excusado porque estaban
endeudados. Alegan que primero deben cumplir con este mandato:
“No debáis a nadie nada”.
Romanos 13:8
. Pero el hecho de que estén
endeudados no los excusa. Vi que debían dar a César las cosas que
son de César, y a Dios las cosas que son de Dios. Algunos consideran
con mucho escrúpulo la orden de “no debáis a nadie nada” y piensan
que Dios no requerirá nada de ellos hasta que hayan pagado sus
deudas. Pero con esto se engañan a sí mismos. Fallan en dar a Dios