Página 255 - Consejos sobre Mayordom

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Hay que evitar las deudas en las instituciones
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fue presentado mientras estaba en Europa, y desde entonces ha sido
presentado a vosotros y a nuestros colegios. El problema de: “¿Cómo
pueden nuestros colegios mantenerse libres de deudas?” siempre
seguirá siendo un problema hasta que se establezca un presupuesto
sabio. Aumentad las cuotas que pagan los alumnos por las facilidades
educativas, y luego encargad de la cocina a personas que sepan
cómo ahorrar y economizar. Consíganse los mejores talentos, aunque
haya que pagar sueldos buenos y razonables. Estas medidas son
indispensables. Cuando se hayan adoptado estas precauciones las
deudas no aumentarán en vuestros colegios...
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Los alumnos deben colaborar
Algunos dirán: “Debemos tener menos alumnos”. Esto podría
ser; pero los que ahora tenéis deberían apreciar su tiempo y ver la
necesidad de realizar un trabajo diligente a fin de estar calificados
para las posiciones que deberán ocupar. Sí se mantiene al Señor
constantemente delante de los alumnos como Aquel a quien deben
acudir en busca de consejo, tal como lo hizo Daniel, recibirán de él
conocimiento y sabiduría. Entonces todos se convertirán en canales
de luz. Exponed este asunto ante los alumnos. Preguntad quiénes
practicarán la abnegación y harán sacrificios para cancelar la deuda
en que han incurrido. En el caso de algunos alumnos tan sólo se
necesita una mente bien dispuesta.
Que Dios ayude a los administradores de nuestros colegios a no
incurrir nunca en gastos que excedan a las entradas, aun cuando el
colegio deba ser cerrado. En la administración financiera de nuestros
colegios no ha habido el talento que se ha necesitado. Dios pedirá
cuenta a los administradores en relación con esto. Debe abando-
narse cada hábito innecesario y dispendioso, y debe abandonarse
toda complacencia superflua. Cuando los principios revelados tan
claramente por la Palabra de Dios para todos los colegios sean to-
mados en cuenta y practicados con el ahínco con el que deberían
practicarse, las deudas no se acumularán.—
Carta 137, 1898
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