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Conducción del Niño
Enseñadles a volverse a Dios en busca de ayuda. Decidles que él
escucha sus oraciones. Enseñadles a vencer el mal con el bien. En-
señadles a ejercer una influencia que es elevadora y ennoblecedora.
Conducidlos para que se unan con Dios, y luego tendrán poder para
resistir las tentaciones más fuertes.
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Entonces recibirán la recompensa del vencedor.—
The Review
and Herald, 9 de julio de 1901
.
Vuestro compasivo Redentor os contempla con amor y simpatía,
y está listo para escuchar vuestras oraciones y concederos la ayuda
que necesitáis para la obra de vuestra vida. El amor, el gozo, la
paz, la paciencia, la suavidad, la fe y la caridad son los elementos
que constituyen el carácter cristiano. Estas preciosas gracias son los
frutos del Espíritu. Son la corona y el escudo del cristiano.—
Pacific
Health Journal, septiembre de 1890
.
Una palabra de ánimo para los que han errado
—Los que
han estado enseñando erróneamente a sus hijos, no necesitan de-
sesperarse; conviértanse a Dios y busquen el verdadero espíritu de
obediencia, y serán capacitados para realizar reformas cabales. Al
conformar vuestras propias costumbres a los principios salvadores
de la santa ley de Dios, ejerceréis una influencia sobre vuestros
hijos.—
The Signs of the Times, 17 de septiembre de 1894
.
Algunos hijos rehusarán obedecer el consejo de los padres
Los padres deben hacer todo lo posible por dar a sus hijos todo
privilegio e instrucción, posibles, a fin de que entreguen su corazón
a Dios. Sin embargo por su conducta impía, los hijos pueden rehusar
andar en la luz y perjudicar a sus padres que los aman, y cuyo
corazón anhela su salvación.
Es Satanás quien tienta a los hijos a seguir una conducta peca-
minosa y desobediente. . . . Si rehúsan andar en la luz, si rehúsan
someter su voluntad y su camino a Dios, y persisten en seguir una
conducta pecaminosa por su impenitencia, la luz y los privilegios
que han tenido, se levantarán para juzgarlos, porque no anduvieron
en la luz, y no supieron a dónde iban. Satanás los está guiando, y el
mundo advierte su proceder. La gente dirá: “¡Miren a esos niños!
Sus padres son muy religiosos, pero ellos son peores que mis hijos,
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y yo no profeso ser cristiano”. En esta forma, los niños que reciben
una buena instrucción y que no prestan atención, arrojan un baldón
sobre sus padres, los deshonran y los avergüenzan ante un mundo