Página 16 - Conducci

Basic HTML Version

Para el lector
Los padres tienen el privilegio de llevar a sus hijos consigo a
las puertas de la ciudad de Dios, diciendo: “He procurado instruir
a mis hijos para que amen al Señor, para que hagan su voluntad y
lo glorifiquen”. Las puertas se abrirán para ellos, y entrarán los pa-
dres y los hijos. Pero no todos podrán pasar. Algunos serán dejados
afuera con sus hijos, cuyos caracteres no habrán sido transformados
por la sumisión a la voluntad de Dios. Una mano se alzará y se
escucharán estas palabras: “Habéis descuidado vuestros deberes del
hogar. Habéis fracasado en realizar la obra que habría capacitado
al alma para habitar en la morada celestial. No podéis entrar”. Las
puertas se cerrarán para los hijos porque no aprendieron a cum-
plir la voluntad de Dios, y para los padres porque descuidaron sus
responsabilidades.—
Manuscrito 31, 1909
.
De la Palabra de Dios y de los testimonios de su Espíritu se
ha estado difundiendo luz, de modo que ninguno necesite errar en
cuanto a su deber. Dios requiere de los padres que eduquen a sus
hijos para que lo conozcan y respeten sus derechos; deben educar
a sus pequeños, como los miembros más jóvenes de la familia del
Señor, para que adquieran belleza de carácter y disposición amable,
para que sean aptos para brillar en las cortes celestiales. Al descuidar
su deber y permitir que sus hijos se desarrollen en el mal, los padres
cierran para ellos las puertas de la ciudad de Dios. Estos hechos
deben penetrar en la comprensión de los padres; deben levantarse
para reasumir la obra que han descuidado durante tanto tiempo.—
Testimonies for the Church 5:325, 326
.
Elena G. de White.
[17]
X I I