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La importancia del hogar como escuela
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No es un asunto de segunda importancia
—La educación que
se imparte en el hogar no debe considerarse como un asunto de
importancia secundaria Ocupa el primer lugar en toda verdadera
educación. Los padres y las madres han recibido la responsabilidad
de moldear las mentes de sus hijos.—
The Review and Herald, 6 de
junio de 1899
.
Cuán alarmante es el aforismo que dice: “Árbol que crece tor-
cido, su tronco nunca endereza”. Debe aplicarse a la formación de
nuestros hijos. Padres, ¿recordaréis que la educación de vuestros
hijos, desde sus años más tiernos, os ha sido confiada como una
empresa sagrada? Estos árboles tiernos han de formarse con cariño,
a fin de que puedan trasplantarse en el huerto del Señor. Por nin-
gún motivo debe descuidarse la educación en el hogar. Los que la
descuidan, están descuidando un deber religioso.—
Manuscrito 84,
1897
.
El gran alcance en la educación del hogar
—La educación del
hogar significa mucho. Es una cuestión de vasto alcance. Abrahán
fue llamado el padre de los fieles. Entre las cosas que lo convirtieron
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en un notable ejemplo de piedad se encuentra la estricta considera-
ción que daba a los mandamientos de Dios en su hogar. Cultivaba
la religión de la familia. El que ve la educación impartida en cada
hogar, y que mide la influencia de esta educación, dijo: “Yo sé que
mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino
de Jehová, haciendo justicia y juicio”.—
Carta 9, 1904
.
Dios mandó a los hebreos que enseñasen sus requerimientos a
sus hijos y que los familiarizasen con todo su proceder para con su
pueblo. El hogar y la escuela eran uno. En lugar de labios extraños,
los amantes corazones del padre y de la madre tenían que dar ins-
trucción a sus hijos. Los pensamientos de Dios estaban asociados
con todos los acontecimientos de la vida diaria en el hogar. Las
obras poderosas de Dios en la liberación de su pueblo eran repeti-
das con elocuencia y reverente temor. Las grandes verdades de la
providencia de Dios y de la vida futura eran grabadas en las mentes
juveniles, y así éstas llegaban a familiarizarse con todo lo que fuese
verdadero, bueno y bello.
Mediante el empleo de figuras y símbolos, las lecciones dadas
eran ilustradas y grabadas así en la memoria más firmemente. Por
medio de ese conjunto de imágenes animadas, el niño era, casi