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Conducción del Niño
Parece haberse perdido el poder del dominio propio
—Algu-
nos reconocerán el mal de las prácticas pecaminosas, y, sin embargo,
se disculparán diciendo que no pueden vencer sus pasiones. Esta es
una admisión terrible de parte de una persona que lleva el nombre
de Cristo. “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nom-
bre de Cristo”.
2 Timoteo 2:19
. ¿Por qué existe esta debilidad? Es
porque las propensiones animales han sido fortalecidas por el ejer-
cicio, hasta que han prevalecido sobre las facultades superiores. A
los hombres y mujeres les faltan principios. Están muriendo espiri-
tualmente porque han condescendido durante tanto tiempo con sus
apetitos naturales que su dominio propio parece haber desaparecido.
Las pasiones inferiores de su naturaleza han empuñado las riendas,
y la que debiera ser la facultad dominante se ha convertido en la
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sierva de la pasión corrupta. Se mantiene al alma en la servidumbre
más abyecta. La sensualidad ha apagado el deseo de santidad y ha
agotado la prosperidad spiritual.—
Joyas de los Testimonios 1:255
.
Se corta la comunicación con el Cielo
—Los solemnes mensa-
jes del cielo no pueden impresionar con fuerza el corazón que no
está fortificado contra la práctica de este vicio degradante. Los ner-
vios sensibles del cerebro han perdido su tonicidad por la excitación
mórbida destinada a satisfacer un deseo antinatural de complacencia
sensual. Los nervios del cerebro que relacionan todo el organismo
entre sí son el único medio por el cual el cielo puede comunicarse
con el hombre y afectan su vida más íntima. Cualquier cosa que per-
turbe la circulación de las corrientes eléctricas del sistema nervioso,
disminuye la fuerza de las potencias vitales y, como resultado, se
atenúa la sensibilidad de la mente. En consideración de estos hechos,
¡cuán importante es que los ministros y la gente que profesan piedad
se conserven sin mancha de este vicio degradante!—
Joyas de los
Testimonios 1:254
.
Algunos se arrepienten pero pierden el respeto propio
—El
efecto de tales hábitos degradantes no es el mismo en todas las men-
tes. Hay algunos niños que han desarrollado mucho las facultades
morales y que, al relacionarse con niños que practican la masturba-
ción, se inician en este vicio. El efecto en los tales con demasiada
frecuencia es volverlos melancólicos, irritables y celosos. Sin embar-
go, los tales quizá no pierdan su respeto por el culto religioso y quizá
no muestren una incredulidad especial en cuanto a las cosas espiri-