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La Biblia en el hogar
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pues contiene conocimiento que necesitamos por encima de cual-
quier otro.—
The Review and Herald, 9 de octubre de 1883
.
A fin de realizar esta obra, los padres mismos deben familiari-
zarse con la Palabra de Dios. . . . Y en vez de hablar vanas palabras
y narrar fábulas ociosas a sus hijos, conversarán con ellos de temas
bíblicos. Ese libro no fue designado únicamente para los eruditos.
Fue escrito en un estilo llano y sencillo al alcance del entendimiento
de la gente común; y con las debidas explicaciones, una gran parte
de él puede resultar grandemente interesante y útil para los mismos
niñitos.—
The Signs of the Times, 8 de abril de 1886
.
No penséis que la Biblia llegará a ser un libro cansador para los
niños. Bajo un instructor sabio, la Palabra llegará a ser más y más
deseable. Será para ellos como el pan de vida, y nunca envejecerá.
Hay en ella una frescura y belleza que atraen y encantan a los niños
y jóvenes. Es como el sol resplandeciente sobre la tierra, que da su
brillo y calor, sin agotarse nunca. Por las lecciones que se desprenden
de la historia y la doctrina contenidas en la Biblia, los niños y los
jóvenes pueden aprender que todos los demás libros le son inferiores.
Pueden hallar en ella una fuente de misericordia y amor.—
Consejos
[487]
para los Maestros Padres y Alumnos, 131
.
Padres, sean sencillas las instrucciones que dais a vuestros hijos,
y aseguraos que las comprendan claramente. Las lecciones que
aprendéis de la Palabra, debéis presentarlas a sus mentes juveniles
con tal claridad, que no puedan dejar de comprenderlas. Por sencillas
lecciones sacadas de la Palabra de Dios y de su propia experiencia,
podéis enseñarles a conformar su vida a la norma más alta. Aun en
la infancia y la adolescencia pueden aprender a vivir vidas llenas de
reflexión y fervor, vidas que den una rica mies de bien.—
Consejos
para los Maestros Padres y Alumnos, 85
.
Presentad los pensamientos más lozanos; usad los mejores
métodos
—Nuestro Padre celestíal, al dar su Palabra, no olvidó a
los niños. ¿Puede hallarse entre los escritos de los hombres algo
que tenga tanta influencia sobre el corazón, algo tan adecuado para
despertar el interés de los pequeñuelos, como los relatos de la Biblia?
Mediante esas sencillas historias se pueden explicar los prin-
cipios de la ley de Dios. Por medio de ilustraciones adecuadas a
la comprensión del niño, los padres y maestros pueden empezar
desde los primeros años a cumplir la orden del Señor en cuanto a