Página 31 - Cristo Nuestro Salvador (1976)

Basic HTML Version

La tentación
27
de sus pecados, pero no puede bendecir a los que le desobedecen
voluntariamente.
Satanás se manifestó entonces tal cual era: el príncipe de las
tinieblas. Llevó a Jesús a la cumbre de un monte alto y le mostró
todos los reinos del mundo. La hermosa luz del sol brillaba sobre
ciudades espléndidas, palacios de mármol, campos feraces y ricos
[40]
viñedos. Satanás le dijo: “Todo esto te daré, si cayendo en tierra me
rindieres homenaje.”
Jesús contempló un instante aquella escena y luego apartó la
vista de ella. Satanás le había presentado el mundo en su forma más
atractiva, pero el Salvador miraba más allá de la belleza aparente.
Contemplaba al mundo en su miseria y pecado, separado de Dios.
Tanta desdicha se debía a que el hombre había dejado de seguir a
Dios para obedecer a Satanás.
Cristo anhelaba redimir lo que se había perdido y restaurar al
mundo elevándolo a un nivel más alto que el de su belleza paradisía-
ca. Deseaba poner al hombre en armonía con su Dios.
Vencía las tentaciones en lugar del hombre, a fin de que éste
pudiese vencer y llegar a ser igual a los ángeles y digno de ser
reconocido como hijo de Dios.
A la exigencia de Satanás, contestó: “¡Apártate, Satanás! porque
escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solamente servirás.”
Mateo 4:3-10
.
El amor del mundo, la ambición del poder y la soberbia de la
vida—todo lo que aparta al hombre del culto de Dios,—iba incluído
en esta gran tentación que el diablo le sugirió a Cristo.
Satanás le ofreció a Jesús el mundo con sus riquezas con tal
que rindiese homenaje al príncipe del mal. Así es como Satanás nos
presenta las ventajas que se pueden conseguir haciendo el mal.
Nos susurra: Para tener éxito en el mundo, es necesario servirme
a mí. No seas tan escrupuloso acerca de la verdad y del honor. Sigue
mis consejos y yo te daré honores, riquezas y felicidad.
[41]
Si le hacemos caso adoramos a Satanás en lugar de Dios, y ello
sólo nos trae miseria y ruina.
Cuando Cristo dijo a Satanás: “¡Apártate!” el tentador no pudo
resistir el mandato. Se vió obligado a huir. Retorciéndose de odio y
de ira impotente, el jefe de los rebeldes se retiró de la presencia del
Salvador del mundo.