Página 72 - Cristo Nuestro Salvador (1976)

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Ante Anas, Caifas y el Sanedrin
Jesús fué llevado del huerto de Getsemaní seguido por aquella
turba ruidosa. Andaba con dolor, pues sus manos estaban fuertemen-
te atadas y los soldados le custodiaban estrechamente.
Primero fué llevado a casa de Anás quien en tiempos anteriores
había tenido el cargo de sumo sacerdote, ejercido ahora por su yerno
Caifás. El maligno Anás había pedido ser el primero en ver a Jesús
Nazareno cautivo y maniatado. Esperaba sacar de él algo con que
asegurar su condena.
Con tal propósito le hizo preguntas al Salvador respecto a sus
discípulos y a sus doctrinas. A esto contestó Jesús:
“Yo he hablado abiertamente al mundo; enseñaba siempre en las
sinagogas y en el Templo, donde concurren todos los judíos; y nada
he hablado en secreto.”
Y luego agregó: “¿Por qué me preguntas a mí? pregunta a aque-
llos que me han oído, lo que les he hablado.”
Juan 18:20, 21
.
Estos mismos sacerdotes habían puesto espías para que acecha-
ran a Cristo y les refiriesen todo lo que él dijera. Por medio de estos
espías los sacerdotes y gobernantes sabían todo lo que Jesús había
hecho y dicho en una de las reuniones a que asistió. Estos espías
habían acechado de continuo al Señor tratando de encontrar en sus
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palabras algo de que poderle condenar. Por esto dijo el Salvador:
“Pregunta a aquellos que me han oído.” O sea: Recurrid a vuestros
espías; ellos han oído todo cuanto he dicho. Bien pueden deciros lo
que he enseñado.
Las palabras de Jesús venían tan bien al caso y eran tan directas
que el sacerdote sintió que su prisionero leía hasta lo íntimo de su
alma.
Pero uno de los criados, considerando que su señor no era tratado
con el debido respeto por Jesús, le dió a éste una bofetada diciendo:
“¿Respondes así al sumo sacerdote?”
A este golpe y a esta pregunta insultante Jesús contestó con
mansedumbre:
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