Provisión para aumentar la capacidad
Debemos tener maestros consagrados que amen a Dios sobre
todas las cosas y a sus prójimos como a sí mismos. El Señor ha hecho
amplia provisión para que los maestros tengan mayor capacidad de
sábado en sábado, para que puedan enseñar con algún propósito,
trabajando para lo presente y para la eternidad. Necesitamos en
nuestras escuelas hombres y mujeres jóvenes que posean una piedad
vital, no una experiencia ordinaria y superficial, sino una profunda
piedad interior, que es el resultado de estar diariamente aprendiendo
en la escuela de Cristo, con el objeto de impartir a otros las preciosas
lecciones que Jesús les ha enseñado.
Aquellos que se contentan sencillamente con seguir una deter-
minada rutina árida y con dar vueltas, errarán el blanco, no logrando
hacer la obra que un maestro de la escuela sabática debería hacer;
pero si los que se ocupan en este importante ramo de la causa de
Dios son cristianos en el sentido pleno de la palabra, si hacen en el
temor de Dios la obra que él les ha dado, trabajando con amor por
las almas por quienes Cristo murió, serán colaboradores con Dios...
Los maestros deben ser ejemplares
Los maestros deberían presentar delante de la juventud un ejem-
plo correcto, en espíritu y comportamiento, y en su indumentaria.
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Deberían vestir ropas sencillas y ser de espíritu tan humilde como un
niño y a la vez puros y elevados, porque ellos están en la presencia
de Dios para representar delante de sus alumnos el carácter de Cristo.
Con espíritu de devoción y ternura de corazón deberían mirar a los
que están a su cargo, recordando que Jesús dijo: “Mirad no tengáis
en poco a alguno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles
en los cielos ven siempre la faz de mi Padre que está en los cielos.”
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Si los maestros siempre tuvieran presente que el Espíritu Santo
es quien tiene que revelar al alma vislumbres de las cosas celestiales,
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