Página 147 - Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabatica (1992)

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Elevemos a Cristo
El Evangelio es el poder y la sabiduría de Dios, si aquellos que
dicen ser cristianos lo representan correctamente. Cristo crucificado
por nuestros pecados es el pensamiento que debe humillar en su
propia estima a toda alma delante de Dios. Cristo resucitado de
los muertos, ascendido al cielo y actuando como nuestro intercesor
viviente en la presencia de Dios, es la ciencia de la salvación que
necesitamos aprender y enseñar a los niños y jóvenes. Cristo dijo:
“Yo me santifico a mí mismo; para que también ellos sean santifica-
dos.” Esta es la obra que incumbe siempre a todo maestro. No debe
hacerse un trabajo descuidado en esto, porque aun la obra de educar
a los niños en la escuela diaria necesita mucho de la gracia de Cristo
y dominio propio. Aquellos que por naturaleza son irritables, fáciles
de provocar, y que han estado acostumbrados a criticar y pensar mal,
deberían buscarse alguna otra clase de trabajo que no reproduzca en
los niños y en los jóvenes ninguno de sus desagradables rasgos de
carácter, porque ellos han costado demasiado. El cielo ve en el niño
al hombre o la mujer no desarrollados aún, dotados de capacidades
y poderes que, guiados y desarrollados correctamente, con sabiduría
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celestial, llegarán a ser los medios humanos por los cuales obrarán
las influencias divinas, para que colaboren con Dios. Las palabras ás-
peras y la continua censura aturden al niño, pero jamás lo reforman.
Retened esa palabra impaciente; someted vuestro propio espíritu
al dominio de Jesucristo; entonces aprenderéis a compadeceros de
aquellos que llegan a estar bajo vuestra influencia, y a simpatizar
con ellos.—
Testimonies on Sabbath-School Work, 87, 88
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