No se necesita estímulo malsano
Los que tienen en vista las realidades eternas, los que aman al
Señor con todo el corazón, el alma y las fuerzas, y a su prójimo como
a sí mismos, realizarán concienzudamente todo su deber, como si
el telón fuera descorrido y pudieran ver que están trabajando a la
vista del universo celestial. El espíritu de la liberalidad cristiana se
fortalecerá al ser ejercitado, y no necesitará ningún estímulo malsano.
Todos los que posean este espíritu, el Espíritu de Cristo, llevarán sus
dones a la tesorería del Señor con gozosa presteza. Inspirados por
el amor a Cristo y por las almas por las cuales él murió, sienten un
intenso fervor al desempeñar su parte con fidelidad.—
The Review
and Herald, 16 de mayo de 1893
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