El poder de una ternura como la de Cristo
El Señor Jesucristo siente infinita ternura por aquellos a quienes
ha comprado a costa de sus propios padecimientos en la carne, a
fin de que no perecieran con el diablo y sus ángeles, sino que él
pudiese reclamarlos como escogidos suyos. Su amor le da derecho a
ellos; son propiedad suya, y él los contempla con cariño inefable,
y da la fragancia de su propia justicia a sus amados que creen en
él. Se requiere tacto y sabiduría, amor humano y santificado cariño
por los preciosos corderitos de la grey, para poder conseguir que
vean y aprecien el privilegio de entregarse a la tierna dirección de
los pastores fieles. Los hijos de Dios manifestarán la ternura de
Jesucristo.
El maestro o la maestra pueden ligar estos niños a su corazón
mediante el amor de Cristo, que mora en el templo del alma como
una dulce fragancia, un olor de vida para vida. Los maestros pueden,
por medio de la gracia de Cristo a ellos impartida, ser el viviente
instrumento humano—ser colaboradores con Dios—para iluminar,
elevar, animar y ayudar a purificar el alma de su contaminación
moral; y la imagen de Dios será revelada en el alma del niño, y el
carácter será transformado por la gracia de Cristo.—
Testimonies on
Sabbath-School Work, 87
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