Página 110 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
naturaleza para presentarnos su personalidad y su carácter. Envió a
su Hijo al mundo para revelar, hasta donde podía soportarlo la vista
humana, la naturaleza y los atributos del Dios invisible.
Si Dios hubiese deseado que se le representase como morando
personalmente en las cosas de la naturaleza, en la flor, el árbol, la
brizna de hierba, ¿no habría hablado Cristo de esto a sus discípulos
cuando estaba en la tierra? Pero nunca se habló así de Dios en las
enseñanzas de Cristo. Cristo y los apóstoles enseñaron claramente
la verdad de que existe un Dios personal. Cristo reveló todo lo que
de Dios podían soportar los seres humanos pecaminosos sin ser
destruidos. El es el Maestro divino, el Iluminador. Si Dios hubiese
considerado que necesitábamos otras revelaciones que las hechas
por Cristo y las que hay en la Palabra escrita, las habría dado.
Cristo da a los hombres el poder de llegar a ser hijos de Dios
Estudiemos las palabras que Cristo pronunció en el aposento alto,
en la noche anterior a su crucifixión. Se acercaba su hora de prueba
y procuraba consolar a sus discípulos, que iban a ser gravemente
tentados y probados.
Los discípulos no comprendían aún las palabras de Cristo concer-
nientes a su relación con Dios. Gran parte de su enseñanza resultaba
todavía obscura. Habían hecho muchas preguntas que revelaban su
ignorancia acerca de la relación que Dios tenía con ellos y acerca
de sus intereses presentes y futuros. Cristo deseaba que tuviesen un
conocimiento más claro y distinto de Dios.
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Cuando en el día de Pentecostés el Espíritu Santo se derramó
sobre los discípulos, comprendieron ellos las verdades que Cristo
había expresado en parábolas. Les resultaron claras las enseñanzas
que habían sido misterios para ellos. La comprensión que obtuvieron
del derramamiento del Espíritu Santo los avergonzó de sus teorías
fantásticas. Sus suposiciones e interpretaciones eran insensatez cuan-
do se comparaban con el conocimiento de las cosas celestiales que
recibieron entonces. Eran guiados por el Espíritu Santo, y la luz
resplandecía en su entendimiento que antes estuviera obscurecido.
Pero los discípulos no habían recibido el cumplimiento total
de la promesa de Cristo. Recibieron todo el conocimiento de Dios
que podían soportar, pero todavía había de llegar el cumplimiento