Página 113 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Capítulo 11—Los cristianos deben representar a
Dios
Es el propósito de Dios manifestar por su pueblo los principios de
su reino. Para que en su vida y carácter ellos revelen estos principios,
desea él separarlos de las costumbres y prácticas del mundo. Trata
de atraerlos a sí, a fin de poder hacerles conocer su voluntad.
El propósito que Dios trata de lograr por medio de su pueblo
hoy es el mismo que deseaba realizar por Israel cuando lo sacó de
Egipto. Contemplando la bondad, la misericordia, la justicia y el
amor de Dios revelados en la iglesia, el mundo ha de obtener una
representación de su carácter. Y cuando la ley de Dios quede así
manifestada en la vida, aun el mundo reconocerá la superioridad de
los que aman, temen y sirven a Dios sobre todos los demás habitantes
de la tierra.
Los ojos del Señor se fijan en cada uno de sus hijos; tiene planes
acerca de cada uno de ellos. Es propósito suyo que aquellos que
practican sus santos preceptos sean un pueblo distinguido. Al pueblo
de Dios de la actualidad tanto como al antiguo Israel pertenecen las
palabras que Moisés escribió por inspiración del Espíritu: “Porque
tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido
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para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están
sobre la haz de la tierra”.
Deuteronomio 7:6
La formación de un carácter semejante al de Cristo
La religión de Cristo no degrada nunca al que la recibe; nunca
lo hace burdo ni tosco, descortés ni engreído, apasionado ni duro de
corazón. Por el contrario, refina el gusto, santifica el juicio, purifica
y ennoblece los pensamientos, poniéndolos en sujeción a Cristo. El
ideal de Dios para sus hijos es más elevado de lo que puede alcanzar
el más sublime pensamiento humano. El ha dado en su santa ley un
trasunto de su carácter.
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