Página 114 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
El ideal del carácter cristiano es asemejarse a Cristo. Con esto
se abre ante nosotros una senda de progreso constante. Tenemos un
objeto que conquistar, una norma que alcanzar, que incluye todo
lo bueno, lo puro, lo noble y lo elevado. Debe haber una lucha
continua y un progreso constante hacia adelante y hacia arriba, hacia
la perfección del carácter.
Seremos individualmente, para este tiempo y para la eternidad,
lo que nos hagan nuestros hábitos. La vida de los que adquieren
los debidos hábitos y son fieles en el cumplimiento de todo deber,
será como luz resplandeciente que derrame sus rayos brillantes
sobre las sendas ajenas; pero si nos permitimos tener hábitos de
infidelidad, si consentimos que se fortalezcan los hábitos de molicie,
indolencia y negligencia, una nube más sombría que la medianoche
se asentará sobre las perspectivas de esta vida, y privará para siempre
al individuo de la vida futura
Bienaventurado es aquel que escucha las palabras de vida eterna.
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Guiado por “el Espíritu de verdad”, será conducido a toda verdad.
No será honrado, amado y alabado por el mundo; pero será precioso
a la vista del Cielo. “Mirad cual amor nos ha dado el Padre, que
seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce,
porque no le conoce a él”.
1 Juan 3:1
Viva valientemente hoy
Recibida en el corazón, la verdad de Dios puede hacernos sabios
para salvación. Al creerla y obedecerla, recibiremos gracia suficien-
te para los deberes y las pruebas de hoy. No necesitamos la gracia
para mañana. Debemos comprender que hemos de tratar tan sólo
con el día de hoy. Venzamos hoy; neguémonos a nosotros mismos;
velemos y oremos ahora. Obtengamos victorias en Dios hoy. Las
circunstancias y el ambiente que nos rodean, los cambios que se
realizan diariamente alrededor de nosotros y la Palabra escrita de
Dios que discierne y prueba todas las cosas bastan para enseñarnos
nuestro deber y lo que debemos hacer día tras día. En vez de per-
mitir que nuestra mente se espacie en pensamientos de los cuales
no obtenemos beneficio alguno, debemos escudriñar las Escrituras
diariamente y cumplir en la vida cotidiana los deberes que tal vez
ahora nos resulten penosos, pero que alguien debe cumplir