Página 126 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
ma nuestra atención a temas de infinita profundidad e importancia
concernientes al gobierno de Dios y el destino del hombre.
La entrada del pecado en el mundo, la encarnación de Cristo, la
regeneración, la resurrección y muchos otros temas presentados en la
Biblia, son misterios demasiado profundos para que los explique la
mente humana, o siquiera los comprenda plenamente. Pero Dios nos
ha dado en las Escrituras suficientes evidencias de su carácter divino,
y no debemos dudar de su Palabra porque no podamos comprender
todos los misterios de su providencia.
Si para los seres creados fuese posible obtener una comprensión
plena de Dios y sus obras, después de lograrla no habría para ellos
mayor descubrimiento de la verdad, ni crecimiento en el conoci-
miento, ni ulterior desarrollo del intelecto o el corazón. Dios no
sería ya supremo; y los hombres, habiendo alcanzado el límite del
conocimiento y del progreso, dejarían de avanzar. Demos gracias
a Dios de que no es así. Dios es infinito; en él están “escondidos
todos los tesoros de sabiduría y conocimiento”.
Colosenses 2:3
. Y
durante toda la eternidad los hombres podrán estar investigando y
aprendiendo siempre, y sin embargo no podrán agotar los tesoros de
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su sabiduría, bondad y poder.
Sin la dirección del Espíritu Santo, estaremos constantemente
expuestos a torcer las Escrituras o a interpretarlas mal. Muchas
veces la lectura de la Biblia no reporta provecho, y hasta puede
causar un daño. Cuando la Palabra de Dios se abre sin reverencia ni
oración; cuando los pensamientos y afectos no están fijos en Dios ni
armonizan con su voluntad, el intelecto está enturbiado por la duda;
y el escepticismo se fortalece en el mismo estudio de la Biblia. El
enemigo rige los pensamientos y sugiere interpretaciones que no
son correctas
No es natural amar el estudio de la Biblia
Tanto los ancianos como los jóvenes descuidan la Biblia. No
hacen de ella su estudio, la regla de su vida. Especialmente los
jóvenes son culpables de tal negligencia. La mayoría de ellos hallan
tiempo para leer otros libros, pero no estudian diariamente el Libro
que señala el camino hacia la vida eterna. Leen atentamente las
historias inútiles, mientras que descuidan la Biblia. Este libro es el