Página 127 - Consejos para la Iglesia (1991)

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La Biblia
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Guía que nos lleva a una vida más elevada y más santa. Los jóvenes
declararían que es el libro más interesante que leyeron alguna vez,
si su imaginación no hubiese quedado pervertida por la lectura de
historias ficticias
Como pueblo que ha tenido gran luz, debemos ejercer una in-
fluencia elevadora en nuestros hábitos, en nuestras palabras, en nues-
tra vida doméstica y amistades. Dad a la Palabra un puesto de honor
como guía en el hogar. Considéresela como el consejero en cada
dificultad, la norma en cada práctica. ¿Estarán convencidos mis
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hermanos y hermanas de que no puede haber nunca verdadera pros-
peridad en ninguna alma del círculo familiar a menos que presida
la verdad de Dios, la sabiduría de la rectitud? Los padres y madres
deberían hacer todo esfuerzo posible para elevar su mente del hábito
perezoso de considerar como una carga el servicio de Dios. El poder
de la verdad debe ser un agente santificador en el hogar
En sus tiernos años han de enseñarse a los niños las demandas
de la ley de Dios y la fe en Jesús nuestro Redentor para limpiar de
las manchas del pecado. Esta fe debe ser enseñada día tras día, por
precepto y ejemplo
El estudio de la Biblia fortalece el intelecto
Si la Biblia fuera estudiada como debiera serlo, los hombres
serían fuertes en su intelecto. Los temas tratados en la Palabra de
Dios, la sencillez dignificada de sus declaraciones, los nobles temas
que presenta a la mente, desarrollan las facultades en el hombre en
una forma en que no podrían ser desarrolladas de otra manera. En
la Biblia se abre delante de la imaginación un campo ilimitado. El
estudiante saldrá de una contemplación de sus grandes temas, de
la asociación con sus elevadas imágenes, más puro y elevado en
pensamiento y sentimiento que si hubiera pasado el tiempo leyendo
cualquier obra de origen meramente humano, por no decir nada de
aquéllas de carácter liviano. Las mentes juveniles no alcanzan su
más noble desarrollo cuando descuidan la fuente más elevada de
sabiduría: la Palabra de Dios. La razón por la que hay tan pocos
hombres de sana inteligencia, de estabilidad y sólido valor es porque
Dios no es temido, Dios no es honrado, los principios de la religión
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no se practican en la vida como debieran serlo.