Los Testimonios para la iglesia
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No quitéis por vuestras críticas toda la fuerza, toda la agudeza y
poder de los
Testimonios.
No sintáis que podéis disecarlos para
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que se adapten a vuestras propias ideas, aseverando que Dios os ha
dado capacidad para discernir lo que es luz del cielo, y lo que es
expresión de simple sabiduría humana. Si los
Testimonios
no hablan
según la Palabra de Dios, rechazadlos. No puede haber unión entre
Cristo y Belial. Por amor de Cristo, no confundáis a la gente con
sofismas humanos y escepticismo, y no anuléis la obra que el Señor
quiere hacer. No hagáis de este agente de Dios, por vuestra falta de
discernimiento espiritual, una piedra de escándalo que haga tropezar
y caer a muchos para que sean “enlazados, y presos”
Cómo recibir la reprensión
Los que son reprendidos por el Espíritu de Dios no deben le-
vantarse contra el humilde instrumento. Es Dios y no un ser mortal
falible quien ha hablado para salvarlos de la ruina. No agrada a
la naturaleza humana recibir reprensiones, ni puede el corazón del
hombre que no está iluminado por el Espíritu de Dios comprender
la necesidad de reprensión o la bendición que ella está destinada
a reportarle. En la medida en que el hombre cede a la tentación y
participa del pecado, su mente se entenebrece. Se pervierte el sentido
moral. Se desprecian las amonestaciones de la conciencia, y su voz
se oye cada ver con menos claridad. Pierde gradualmente el poder
de distinguir entre lo correcto y lo erróneo, hasta llegar a no tener
verdadero sentido de su posición delante de Dios. Tal vez observe la
forma de la religión, y defienda celosamente sus doctrinas, mientras
está destituido de su espíritu. Esta condición está descrita por el
Testigo fiel: “Porque tú dices: Yo soy rico y me he enriquecido, y de
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ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventura-
do, miserable, pobre, ciego y desnudo”.
Apocalipsis 3:17
. Cuando
el Espíritu de Dios, por sus mensajes de reprensión, declara que tal
es la condición de la persona, ella no puede ver que el mensaje sea
la verdad. ¿Debe por lo tanto rechazar la amonestación? No.
Dios nos ha dado suficiente evidencia para que todos los que
lo desean puedan convencerse del carácter de los
Testimonios
; y
habiéndolos reconocido como de Dios, es su deber aceptar la repren-
sión, aunque no vean ellos mismos la pecaminosidad de su conducta.