Página 158 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
ajuste de la naturaleza, y con frecuencia hay un súbito colapso del
organismo y la muerte es el resultado.
Quitarse instantáneamente la vida no es un pecado mayor a la
vista del cielo que destruirla gradual y seguramente. Las personas
que se acarrean un decaimiento seguro debido a su mal proceder,
sufrirán el castigo aquí y si no se arrepienten plenamente, no serán
admitidas en el cielo del más allá tan ciertamente como no lo será
el que destruye su vida instantáneamente. La voluntad de Dios
establece la relación entre la causa y sus efectos.
No incluimos a todos los jóvenes débiles entre los culpables de
hábitos malos. Hay quienes tienen mente pura y son concienzudos
pero sufren por diferentes causas que están fuera de su control.
El vicio secreto es el destructor de las resoluciones elevadas,
el esfuerzo ferviente y la fuerza de voluntad para formar un buen
carácter religioso. Todos los que tienen una verdadera comprensión
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de lo que significa ser cristiano, saben que los seguidores de Cristo,
como discípulos suyos, están en la obligación de dominar todas
sus pasiones y colocar sus facultades físicas y mentales en perfecta
sumisión a la voluntad de Cristo. Los que están dominados por
sus pasiones, no pueden ser seguidores de Cristo. Están demasiado
entregados al servicio de su maestro, el originador de todo mal, para
dejar sus hábitos corruptos y escoger servir a Cristo
Cuando los jóvenes adoptan prácticas viles mientras su espíritu
es tierno, nunca obtendrán fuerza para desarrollar plena y correcta-
mente su carácter físico, intelectual y moral
La única esperanza para los que practican hábitos viles es dejar-
los para siempre si es que estiman de algún valor la salud temporal y
la salvación en el más allá. Cuando se ha consentido en estos hábitos
durante un buen tiempo, se requiere un esfuerzo determinado para
resistir a la tentación y rehusar la complacencia corrupta
La única seguridad firme para nuestros hijos contra cualquier
práctica viciosa es procurar ser admitidos en el aprisco de Cristo
y ser entregados al cuidado del fiel y leal Pastor. El los salvará
de todo mal, los resguardará de todo peligro si escuchan su voz
que dice: “Mis ovejas oyen mi voz,... y me siguen”. En Cristo
ellas encontrarán pasto, obtendrán fortaleza y esperanza y no serán
turbadas con anhelos inquietantes de algo que distraiga la mente
y satisfaga el corazón. Han encontrado la perla de gran precio y