Página 184 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
vuestro adversario el diablo, y si queréis que Dios os ayude en la
batalla, debéis estar unidos en la decisión de vencer y de mantener
los labios sellados para no decir mal alguno, aun cuando hayáis de
caer de rodillas y clamar: “Señor, reprime al adversario de mi alma”.
Si se cumple la voluntad de Dios, ambos esposos se respetarán
mutuamente y cultivarán el amor y la confianza. Cualquier cosa que
habría de destruir la paz y la unidad de la familia debe reprimirse con
firmeza, y debe fomentarse la bondad y el amor. El que manifiesta
un espíritu de ternura, tolerancia y cariño notará que se le trata con
el mismo espíritu. Donde reina el Espíritu de Dios, no se hablará de
incompatibilidad en la relación matrimonial. Si de veras se forma
en nosotros Cristo, esperanza de gloria, habrá unión y amor en el
hogar. El Cristo que more en el corazón de la esposa concordará con
el Cristo que habite en el del marido. Se esforzarán juntos por llegar
a las mansiones que Cristo fue a preparar para los que le aman.
Los que consideran la relación matrimonial como uno de los ritos
sagrados de Dios, protegidos por su santo precepto, serán gobernados
por los dictados de la razón
A veces en la vida matrimonial hombres y mujeres obran como
niños indisciplinados y perversos. El marido quiere salir con la
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suya y ella quiere que se haga su voluntad, y ni uno ni otro quiere
ceder. Una situación tal no puede sino producir la mayor desdicha.
Ambos debieran estar dispuestos a renunciar a su voluntad u opinión.
No pueden ser felices mientras ambos persistan en obrar como les
agrade
Sin tolerancia y amor mutuos ningún poder de esta tierra puede
mantenerla a usted ni a su marido en los lazos de la unidad cristiana.
El compañerismo de ambos en el matrimonio debiera ser estrecho,
tierno, santo y elevado, e infundir poder espiritual a su vida, para
que pudiesen ser el uno para el otro todo lo que la Palabra de Dios
requiere. Cuando lleguen a la condición que Dios quiere verles
alcanzar, hallarán el cielo aquí y a Dios en su vida.
Recuerden ustedes mi querida hermana y hermano, que Dios es
amor y que por su gracia pueden ustedes hacerse felices el uno al
otro, como prometieron en su voto matrimonial
Mediante la gracia de Cristo podréis obtener la victoria sobre
vosotros mismos y sobre vuestro egoísmo. Si vivís la vida de Cristo,
si a cada paso consentís al sacrificio, si manifestáis constantemente