Página 239 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Capítulo 33—La crítica y sus efectos
Los cristianos deben cuidar sus palabras
—Nunca debieran
comunicar a otros informes desagradables de uno de sus amigos,
especialmente si saben que falta unión entre ellos. Es cruel hacer
insinuaciones y sugestiones, como si uno supiera, acerca de ese
amigo o conocido, muchos detalles que ignoran los demás. Estas
insinuaciones van más lejos, y crean impresiones más desfavorables
que el relato franco y sin exageración de los hechos. ¡Cuánto daño
ha sufrido la iglesia de Cristo por estas cosas! La conducta incon-
secuente y poco precavida de sus miembros la ha hecho tan débil
como el agua. Los miembros de la misma iglesia han traicionado
confidencias, y sin embargo los culpables no se proponían hacer mal
alguno. Ha hecho mucho daño la falta de prudencia en la selección
de los temas de conversación.
La conversación debe versar sobre las cosas espirituales y di-
vinas; pero ha sucedido de otra manera. Si el trato de los amigos
cristianos se dedica principalmente al perfeccionamiento del espíritu
y del corazón, no habrá nada que lamentar posteriormente, y se podrá
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recordar la entrevista con agradable satisfacción. Pero si se dedican
las horas a la liviandad y las conversaciones vanas, y se emplea el
tiempo en disecar la vida y el carácter de los demás, el trato entre
amigos resultará una fuente de mal, y nuestra influencia tendrá sabor
de muerte para muerte
Pensad bien de todos los hombres
Cuando escuchamos un oprobio lanzado contra nuestro hermano,
aceptamos este oprobio. A la pregunta: “¿Quién habitará en tu taber-
náculo? ¿Quién morará en tu monte santo?”, el salmista respondió:
“El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su co-
razón. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo,
ni admite reproche alguno contra su vecino”.
Salmos 15:1-3
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