Página 245 - Consejos para la Iglesia (1991)

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La crítica y sus efectos
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generosos y amplios en sus ideas y planes. No cultivan la caridad que
debe caracterizar la vida del cristiano. Están degenerando cada día, y
sus prejuicios y opiniones se estrechan cada vez más. La mezquindad
es su elemento, y la atmósfera que los rodea es venenosa para la paz
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y la felicidad
Cada institución tendrá que luchar con dificultades. Estas son
permitidas para que sea probado el corazón de los hijos de Dios.
Al alcanzar la adversidad a una de las instituciones del Señor es
cuando se manifiesta la fe verdadera que tenemos en Dios y en su
obra. En un tiempo como ése, no considere nadie las cosas bajo
su luz más desfavorable; ni exprese nadie pensamientos de duda
o incredulidad. No critiquéis a aquellos que llevan la carga de la
responsabilidad. No permitáis que vuestras conversaciones en la
familia sean envenenadas por la crítica de los obreros del Señor. Los
padres que se permiten este espíritu de crítica, no ponen delante
de sus hijos lo que los pueda hacer sabios para salud. Sus palabras
tienden a perturbar la fe y la confianza, no sólo de los hijos, sino
también de las personas de mayor edad
Los directores de nuestras instituciones tienen una tarea muy
difícil: la de mantener el orden y una sabia disciplina entre la juven-
tud confiada a su cuidado. Los miembros de la iglesia pueden hacer
mucho para animarlos. Cuando los jóvenes no están dispuestos a
someterse a la disciplina de la institución; cuando están más decidi-
dos a seguir sus propios impulsos cada vez que no son del mismo
parecer que sus superiores, no los sostengan ciegamente sus padres
ni simpaticen con ellos.
Más valdría, sí, mucho más, que vuestros hijos sufriesen y hasta
que bajasen a la tumba, antes que aprender a tratar ligeramente los
principios que forman el cimiento de la lealtad hacia la verdad, hacia
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el prójimo y hacia Dios
La autocrítica es de valor práctico
Si todos los que profesan ser cristianos empleasen sus facultades
de investigación para ver qué males necesitan corregir en sí mismos,
en vez de hablar de las faltas ajenas, habría una condición más sana
en la iglesia hoy. Cuando el Señor recoja sus joyas, los veraces, san-
tos y honrados serán mirados con placer. Los ángeles se ocupan en