Página 247 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Capítulo 34—Consejos con respecto a la vestimenta
En el vestido, lo mismo que en todas las demás cosas, tenemos el
privilegio de honrar a nuestro Creador. El no sólo desea que nuestro
vestido sea limpio y saludable, sino apropiado y decoroso.
Debemos tratar de sacar el mejor partido de nuestra apariencia.
En el servicio del tabernáculo, Dios explicó todo detalle concernien-
te a las vestiduras de los que ministraban delante de él. Esto nos
enseña que él tiene una preferencia con respecto a la indumentaria
de los que le sirven. Fueron muy específicas las instrucciones dadas
acerca de las vestiduras de Aarón, porque eran simbólicas. Así la
indumentaria de los que siguen a Cristo, debe ser simbólica. En
todas las cosas hemos de ser representantes de él. Nuestra apariencia
en todo respecto debe caracterizarse por el aseo, la modestia y la
pureza.
Por medio de las cosas de la naturaleza [las flores, los lirios]
Cristo nos enseña cuál es la belleza que el cielo aprecia, la gracia
modesta, la sencillez, la pureza, la corrección que harán nuestro
atavío agradable a Dios
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Principios guiadores en el vestir
El vestido y su arreglo en la persona son generalmente un índice
de lo que es el hombre o la mujer.
Juzgamos el carácter de una persona por el estilo del vestido que
lleva. Una mujer modesta y piadosa se vestirá con modestia. El gusto
refinado, la mente cultivada, se revelarán en la elección de un atavío
sencillo y apropiado. La que es sencilla y modesta en su vestido y
en sus maneras, muestra que comprende que una verdadera mujer se
caracteriza por el valor moral. Cuán encantadora, cuán interesante
es la sencillez en el vestido, que en su gracia puede compararse con
las flores del campo.
Ruego a nuestros hermanos que se conduzcan cuidadosa y cir-
cunspectamente delante de Dios. Sigan las costumbres en el vestido
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