Página 252 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Capítulo 35—Un llamado a la juventud
Amados jóvenes amigos, lo que sembráis, cegaréis. Ahora es el
tiempo de la siembra para vosotros. ¿Cuál será la mies? ¿Qué estáis
sembrando? Cada palabra que pronunciáis, cada acto que ejecutáis
es una semilla que dará fruto, bueno o malo, y resultará en gozo o
pesar para el que la siembre. Según la semilla que se siembre, será
la cosecha. Dios os ha dado gran luz y muchos privilegios. Después
que ha sido dada esta luz, después que vuestros peligros os han sido
presentados claramente, la responsabilidad recae sobre vosotros.
La manera en que empleéis la luz que Dios os da, hará inclinar la
balanza para vuestra felicidad o desgracia. Vosotros mismos estáis
moldeando vuestros destinos.
Todos ejercéis influencia para bien o para mal sobre la mente y
el carácter de los demás. Y en los registros del cielo queda escrito
exactamente qué clase de influencia ejercéis. Un ángel os acompaña
y toma nota de vuestras palabras y acciones. Cuando os levantáis por
la mañana, ¿sentís vuestra impotencia y vuestra necesidad de fuerza
divina? ¿Y dais a conocer humildemente, de todo corazón, vuestras
necesidades a vuestro Padre celestial? En tal caso, los ángeles notan
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vuestras oraciones y si éstas no han salido de labios fingidores,
cuando estéis en peligro de pecar inconscientemente y de ejercer
una influencia que induciría a otros a hacer el mal, vuestro ángel
custodio estará a vuestro lado, para induciros a seguir una conducta
mejor, escoger las palabras que habréis de pronunciar, y para influir
en vuestras acciones.
Si no os consideráis en peligro y si no oráis por ayuda y fortaleza
para resistir las tentaciones, os extraviaréis seguramente; vuestro
descuido del deber quedará anotado en el libro de Dios en el cielo, y
seréis hallados faltos en el día de prueba.
Hay en derredor de vosotros algunas personas que han recibido
instrucción religiosa, y otros que han sido complacidos, mimados,
adulados y alabados, hasta el punto de haber quedado literalmente
echados a perder para la vida práctica. Hablo de personas a quie-
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