Página 253 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Un llamado a la juventud
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nes conozco. Su carácter se ha torcido tanto por la indulgencia, la
adulación y la indolencia que son inútiles para esta vida. Siendo
así, ¿qué se puede esperar de ellos para aquella vida donde todo es
pureza y santidad, y donde todos tendrán un carácter armonioso?
He orado por estas personas, les he hablado personalmente. Pude
ver la influencia que ejercerían sobre otras mentes, al inducirlas a
ser vanidosas, a desvivirse por la indumentaria y a descuidar sus
intereses eternos. La única esperanza que hay para esta clase de
personas consiste en que presten atención a sus caminos, humillen
su corazón vano y orgulloso delante de Dios, confiesen sus pecados
y se conviertan
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Desarrollad el gusto por las cosas espirituales
La única seguridad de los jóvenes estriba en velar y orar humil-
demente, sin cesar. No deben hacerse la ilusión de que pueden ser
cristianos sin esto. Satanás oculta sus tentaciones y designios bajo
un manto de luz, como cuando se acercó a Cristo en el desierto. Se
presentó entonces como uno de los ángeles celestiales. El adversario
de nuestras almas se acercará como huésped celestial, y el apóstol
recomienda como nuestra única seguridad la sobriedad y la vigilan-
cia. Los jóvenes que se entregan a la negligencia y la liviandad y
que descuidan los deberes cristianos, caen continuamente bajo las
tentaciones del enemigo, en vez de vencer como Cristo venció
Muchos profesan estar del lado del Señor, sin estarlo; el peso de
todas sus acciones está en favor de Satanás. ¿Por qué medios deter-
minaremos en qué lado estamos? ¿Quién posee el corazón? ¿Con
quién están nuestros pensamientos? ¿Acerca de quién conversamos
con deleite? ¿A quién dedicamos nuestros más cálidos afectos y
nuestras mejores energías? Si estamos del lado del Señor, nuestros
pensamientos están con él, y nuestras reflexiones más dulces se re-
fieren a él. No trabamos amistad con el mundo; hemos consagrado
a Dios todo lo que tenemos y somos. Anhelamos llevar su imagen,
respirar su espíritu, hacer su voluntad y agradarle en todo.
La verdadera educación es el poder de usar nuestras facultades
de manera que produzcan resultados benéficos. ¿Por qué ocupa la
religión tan poco de nuestra atención mientras que el mundo obtiene
la fuerza del cerebro, de los huesos y de los músculos? Es porque
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