Página 28 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
“Dios, habiendo hablado muchas veces
y de muchas maneras
en
otro tiempo a los padres por los profetas”.
Hebreos 1:1
.
Al profeta se le impartía la luz por medio de las visiones, pero no
escribía mientras estaba en visión. Su obra no era una tarea mecánica.
Excepto en raras ocasiones, el Señor no le daba las palabras exactas
que tenía que decir. Ni el ángel guiaba la mano del profeta en las
palabras exactas que tenía que escribir. De su mente, iluminada
por las visiones, escribía o hablaba las palabras que llevarían la luz
e instrucción a sus oyentes, sea que leyeran el mensaje o que lo
escucharan.
Podemos preguntarnos cómo se iluminaba la mente del profeta,
¿cómo obtenía la información e instrucción que iba a impartir al
pueblo? Así como no puede establecerse una norma fija para las
visiones, tampoco puede establecerse una norma para determinar
la forma en que el profeta recibía el mensaje inspirado. Sin em-
bargo, en cada caso existió una experiencia muy vívida que causó
una impresión indeleble en la mente del profeta. Y así como lo
que vemos y experimentamos crea una impresión más profunda en
nuestras mentes que lo que sólo oímos, así también las representa-
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ciones mostradas a los profetas, en las cuales parecían ser testigos de
eventos dramáticos, hicieron impresiones profundas y duraderas en
sus mentes. Elena G. de White escribió una vez: “Mi atención con
frecuencia es dirigida a escenas que suceden en la tierra. A veces
soy llevada muy lejos en lo futuro, y se me muestra lo que ha de
suceder. Luego otra vez se me muestran cosas que han ocurrido en
lo pasado”
Según esto, es evidente que Elena G. de White vio cómo se
sucedían estos eventos, aparentemente como si fuera un testigo
presencial. Fueron representados ante ella en visión y así causaron
una impresión vívida en su mente.
En otras ocasiones le parecía que estaba tomando parte realmente
en la escena que se le presentaba, y que estaba sintiendo, viendo,
oyendo y obedeciendo, cuando, por supuesto, no era ése el caso,
pero de una manera inolvidable se grabó la impresión en su mente.
Su primera visión, que aparece en las páginas del primer capítulo de
este libro, fue de esa naturaleza.
En otras ocasiones, mientras estaba en visión, Elena G. de White
parecía estar presente en reuniones, en hogares o en instituciones