Página 27 - Consejos para la Iglesia (1991)

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El don profético y Elena G. de White
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“Hay muchos sueños que provienen de las cosas comunes de la
vida, con las cuales el Espíritu de Dios no tiene nada que ver. Como
hay falsas visiones, hay también falsos sueños, que son inspirados
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por el espíritu de Satanás. Pero los sueños del Señor están clasi-
ficados en la Palabra de Dios con las visiones... Los tales sueños,
teniendo en cuenta a las personas que los tienen, y las circunstancias
en las cuales son dados, contienen sus propias pruebas de veraci-
dad”
En una ocasión, en los últimos años de la vida de Elena G. de
White, su hijo, el pastor W. C. White, mientras buscaba información
para ayudar a los que tenían menos conocimiento, le hizo esta pre-
gunta: “Mamá, tú hablas a menudo de asuntos que te son revelados
en la noche. Hablas de sueños en los cuales la luz viene a ti. Todos
tenemos sueños. ¿Cómo sabes que Dios te está hablando en los
sueños a los que frecuentemente te refieres?”
“Porque”, contestó ella, “el mismo ángel mensajero se para a mi
lado instruyéndome en las visiones de la noche, como se para junto
a mí instruyéndome en las visiones del día”. Al ser celestial al cual
se refería le llamaba en otras ocasiones “el ángel”, “mi guía”, “mi
instructor”, “el joven”, etc
No había confusión en la mente del profeta, ni duda alguna
en cuanto a la revelación que venía durante las horas de la noche,
porque las mismas circunstancias en relación con ella mostraban
claramente que era instrucción que venía de Dios.
En otras ocasiones, mientras Elena G. de White estaba orando,
hablando o escribiendo, recibía visiones. Los que estaban a su alre-
dedor no se daban cuenta de la visión a menos que hubiera una breve
pausa si estaba hablando u orando públicamente. En una ocasión
escribió:
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“Mientras estaba en ferviente oración, perdí conciencia de cuanto
me rodeaba; la habitación se llenó de luz, y estaba presentando un
mensaje a una asamblea que parecía ser el Congreso de la Asociación
General”
De las muchas visiones que se le dieron durante su largo minis-
terio de 70 años, la visión más larga duró 4 horas y la más corta
apenas un breve momento. Generalmente duraban una media hora
o un poco más. Pero no se puede establecer una regla que incluya
todas las visiones, porque fue como dijo Pablo: