El llamamiento a vivir una vida temperante
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y procuren vivir en armonía con la ley natural. Proclama su ley
tan distintamente y la hace tan eminente que es como una ciudad
asentada sobre una montaña. Todos los seres responsables pueden
comprenderla si quieren. Los idiotas no serán responsables. Hacer
clara la ley natural e instar a que se la obedezca es la obra que acom-
paña al mensaje del tercer ángel, con el propósito de preparar un
pueblo para la venida del Señor
“No sois vuestros”
Creemos sin duda alguna que Cristo va a venir pronto. Esto no
es una fábula para nosotros; es una realidad. Cuando el viniere, no
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lo hará para limpiarnos de nuestros pecados, quitarnos los defectos
de carácter o curarnos de las flaquezas de nuestro temperamento y
disposición. Si es que se ha de realizar en nosotros esta obra, se hará
antes de aquel tiempo.
Cuando venga el Señor, los que son santos seguirán siendo san-
tos. Los que han conservado su cuerpo y espíritu en pureza, santi-
ficación y honra, recibirán el toque final de la inmortalidad. Pero
los que son injustos, inmundos y no santificados permanecerán así
para siempre. No se hará en su favor ninguna obra que elimine sus
defectos y les dé un carácter santo. Todo esto debe hacerse en las
horas del tiempo de gracia. Ahora es cuando debe realizarse esta
obra en nosotros.
Estamos en un mundo que se opone a la justicia, a la pureza de
carácter y al crecimiento en la gracia. Dondequiera que miremos,
vemos corrupción y contaminación, deformidad y pecado. Y ¿cuál es
la obra que hemos de emprender aquí precisamente antes de recibir
la inmortalidad? Consiste en conservar nuestros cuerpos santos y
nuestro espíritu puro, para que podamos subsistir sin mancha en
medio de las corrupciones que abundan en derredor nuestro en estos
últimos días
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el
cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios
en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.
1
Corintios 6:19, 20
.
No nos pertenecemos. Hemos sido comprados a un precio ele-
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