Página 310 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
Debe evitarse cocinar en sábado; pero no por esto es necesario
servir los alimentos fríos. En tiempo frío debe calentarse la comi-
da preparada la víspera. Aunque sencillas, las comidas deben ser
apetitosas y agradables. Con particularidad en las familias donde
hay niños, conviene que el sábado se sirva algo especial, algo que la
familia no suela disfrutar cada día
Control del apetito y de las pasiones
Una de las tentaciones más intensas que el hombre tenga que
arrostrar se refiere al apetito. Entre la mente y el cuerpo hay una
relación misteriosa y maravillosa. La primera reacciona sobre el
último y viceversa. Mantener el cuerpo en condición de buena salud
para que desarrolle su fuerza, para que cada parte de la maquinaria
viviente pueda obrar armoniosamente, debe ser el primer estudio de
nuestra vida. Descuidar el cuerpo es descuidar la mente. No puede
glorificar a Dios el hecho de que sus hijos tengan cuerpos enfermizos
y mentes atrofiadas. Complacer el gusto a expensas de la salud es
un perverso abuso de los sentidos. Los que participan de cualquier
clase de intemperancia, sea en comer o beber, malgastan sus energías
físicas y debilitan su poder moral. Experimentarán las consecuencias
de la transgresión de la ley física
Muchos están incapacitados para trabajar tanto mental como
físicamente, porque comen con exceso y satisfacen las pasiones
concupiscentes. Las propensiones animales son fortalecidas, mien-
tras que la naturaleza moral y espiritual queda debilitada. Cuando
estemos en derredor del gran trono blanco, ¿qué informe presentará
la vida de muchos? Entonces verán lo que podrían haber hecho si
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no hubiesen degradado las facultades que Dios les dio. Entonces
comprenderán qué altura de grandeza intelectual podrían haber al-
canzado, si hubiesen dado a Dios toda la fuerza física y mental que
les había confiado. En la agonía de su remordimiento, anhelarán
poder volver a vivir de nuevo su vida
Todo verdadero cristiano debe dominar su apetito y sus pasiones.
A menos que esté libre de la servidumbre y esclavitud del apetito,
no puede ser siervo fiel y obediente de Cristo. La complacencia
del apetito y la pasión hacen que la verdad no tenga efecto sobre
el corazón. Es imposible que el espíritu y el poder de la verdad