Página 309 - Consejos para la Iglesia (1991)

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El alimento que comemos
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por doquiera a cocinar sin leche ni huevos en cuanto sea posible, sin
que por esto dejen de ser sus comidas sanas y sabrosas.
No se honra a Dios cuando se descuida el cuerpo, o se lo maltrata,
y así se lo incapacita para servirle. Cuidar del cuerpo proveyéndole
alimento apetitoso y fortificante es uno de los principales deberes del
ama de casa. Es mucho mejor tener ropas y muebles menos costosos
que escatimar la provisión de alimento.
Algunas madres de familia escatiman la comida en la mesa para
poder obsequiar opíparamente a sus visitas. Esto es desacertado. Al
agasajar huéspedes se debiera proceder con más sencillez. Atiéndase
primero a las necesidades de la familia.
Una economía doméstica imprudente y las costumbres artifi-
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ciales hacen muchas veces imposible que se ejerza la hospitalidad
donde sería necesaria y beneficiosa. La provisión regular de alimento
para nuestra mesa debe ser tal que se pueda convidar al huésped
inesperado sin recargar a la señora de la casa con preparativos extra-
ordinarios.
Fijaos con cuidado en vuestra alimentación. Estudiad las causas
y sus efectos. Cultivad el dominio propio. Someted vuestros ape-
titos a la razón. No maltratéis vuestro estómago recargándolo de
alimento; pero no os privéis tampoco de la comida sana y sabrosa
que necesitáis para conservar la salud.
Los que entienden debidamente las leyes de la salud y se dejan
dirigir por los buenos principios, evitan los extremos, y no incurren
en la licencia ni en la restricción. Escogen su alimento no meramente
para agradar al paladar, sino para reconstituir el cuerpo. Procuran
conservar todas sus facultades en la mejor condición posible para
prestar el mayor servicio a Dios y a los hombres. Saben someter
su apetito a la razón y a la conciencia, y son recompensados con la
salud del cuerpo y de la mente. Aunque no imponen sus opiniones a
los demás ni los ofenden, su ejemplo es un testimonio en favor de los
principios correctos. Estas personas ejercen una extensa influencia
para el bien
No debemos proveer para el sábado una cantidad de alimento
más abundante ni variada que para los demás días. Por el contrario,
el alimento debe ser más sencillo, y debe comerse menos para que
la mente se encuentre despejada y vigorosa para entender las cosas
espirituales.
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