Página 326 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Consejos para la Iglesia
consumirse o dejarse a un lado. Es necesario tratar con las poblacio-
nes. Si la reforma pro salud se enseñara en su forma extremada a los
que no pueden adoptarla por las circunstancias especiales en que se
encuentran, de ello resultaría más mal que bien. Se me ha encargado
que mientras predico el Evangelio a los pobres les aconseje que
coman lo que es más nutritivo. No puedo decirles: “No debéis comer
huevos ni leche ni crema, no debéis usar mantequilla al preparar
vuestros alimentos”. El Evangelio debe ser predicado a los pobres,
pero todavía no ha llegado el momento de prescribir el régimen más
estricto.
Entonces Dios podrá bendecirnos
Los predicadores que se sienten libres para satisfacer sus apetitos
están lejos del ideal. Dios quiere que practiquen la reforma pro salud.
Quiere que adapten su vida a la luz que nos dio a este respecto.
Me entristece ver que aquellos que debieran ser celosos por los
principios de la salud no han aceptado todavía la manera correcta
de vivir. Ruego a Dios que les haga comprender que están sufriendo
una gran pérdida. Si las cosas fuesen lo que debieran ser entre las
familias que componen la iglesia, podríamos duplicar nuestro trabajo
en favor del Señor.
Para obtener y conservar la pureza, los adventistas del séptimo
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día deben tener el Espíritu Santo en sus corazones y en sus familias.
El Señor me ha mostrado que cuando el Israel de hoy se humille
delante de él y quite toda inmundicia del templo de su alma, Dios
escuchará sus oraciones en favor de los enfermos y dará eficacia a
los remedios empleados contra las enfermedades. Cuando el agente
humano haga con fe cuanto pueda para combatir la enfermedad
por los sencillos métodos de tratamiento que Dios indicó, el Señor
bendecirá estos esfuerzos.
Si después de haberle sido dada tanta luz, el pueblo de Dios
continúa fomentando sus malas costumbres y sigue complaciendo
sus apetitos en oposición a la reforma, sufrirá las consecuencias
inevitables de la transgresión. Dios no salvará milagrosamente de
las consecuencias de sus faltas a aquellos que están resueltos a
satisfacer a toda costa su apetito pervertido. Les advirtió: “En dolor
seréis sepultados”.
Isaías 50:11
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