Página 357 - Consejos para la Iglesia (1991)

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Capítulo 47—La observancia del santo sábado de
Dios
La observancia del sábado entraña grandes bendiciones, y Dios
desea que el sábado sea para nosotros un día de gozo. La institución
del sábado fue hecha con gozo. Dios miró con satisfacción la obra de
sus manos. Declaró que todo lo que había hecho era “bueno en gran
manera”.
Génesis 1:31
. El cielo y la tierra se llenaron de regocijo.
“Cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos
los hijos de Dios”.
Job 38:7
. Aunque el pecado entró en el mundo
para mancillar su obra perfecta, Dios sigue dándonos el sábado
como testimonio de que un Ser omnipotente, infinito en bondad y
misericordia, creó todas las cosas. Nuestro Padre celestial desea, por
medio de la observancia del sábado, conservar entre los hombres el
conocimiento de sí mismo. Desea que el sábado dirija nuestra mente
a él como el verdadero Dios viviente, y que por conocerle tengamos
vida y paz.
Cuando el Señor liberó a su pueblo Israel de Egipto le confió su
ley, le enseñó que por la observancia del sábado debía distinguirse
de los idólatras. Así se crearía una distinción entre los que recono-
cían la soberanía de Dios y los que se negaban a aceptarle como
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su Creador y Rey. “Señal es para siempre entre mí y los hijos de
Israel”, dijo el Señor. “Guardarán, pues, el día de reposo los hijos
de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo”.
Éxodo 31:17, 16
.
Así como el sábado fue la señal que distinguía a Israel cuando
salió de Egipto para entrar en la Canaán terrenal, así también es
la señal que ahora distingue al pueblo de Dios cuando sale del
mundo para entrar en el reposo celestial. El sábado es una señal de
la relación que existe entre Dios y su pueblo, una señal de que éste
honra la ley de su Creador. Hace distinción entre los súbditos leales
y los transgresores.
Desde la columna de nube, Cristo declaró acerca del sábado:
“En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo: porque es señal
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